Más allá de la mitad de la década de los 80, para ser más concisos, cuando la mayoría de la invasión musical hard rockera que nos llegaba, tenia marcada en su pasaporte a fuego, la nacionalidad estadounidense, a un colega y a mi, nos gustaba hacernos con bandas europeas. Suecia siempre estuvo ahí en cuanto a potencial, quizás como rival más directo de Alemania, aunque los germanos destacasen más en el heavy metal tradicional y en el thrash, que en el hard rock. Hombre, y las cosas como son, había bandas suecas que sonaban de escándalo, estos tipos atesoran una calidad y una clase a la hora de hacer hard rock, que los distingue de la mayoría y a las pruebas me remito. Solo hay que agenciarse un buen puñado de discos de bandas como Glory, Europe, 220 Volts, The Electric Boys… para darse cuenta de lo que se cocía por aquellas frías tierras en esos tiempos.Y lo mejor de todo, es que muchas de ellas, han superado el paso del tiempo, o han terminado regresando, para seguir facturando muy buenos discos.
Otras de esas bandas es Treat. A mi personalmente, sus discos «Dreamhunter» (1987) y «Organized crimes» (1989), me encantan. Seis años llevaban sin sacar disco, y ya había ganas, porque «Coup the grace», lanzado en 2010 fue un disco enorme, lo que después de algún dime y direte alrededor de la banda, las espadas estaban muy altas, cuando anunciaban nuevo disco.Y ha valido la pena la espera, porque se han vuelto a marcar un gran disco, lleno de hard rock melódico, con todo aquello que llevan atesorando desde hace muchos años ya, y sonoridades actuales que han adaptado perfectamente a su sonido, para hacer de este «Ghost of graceland» un disco que debe de gustar si o si, a todo fan del hard rock, especialmente a los que se desviven con terrenos más melódicos, en los que Robert Ernlund, Anders Vikström, Jamie Borger, Patrick Applegren y Pontus Egberg (que bueno es este tipo), se mueven con maestría adquirida.
Abren con la canción que da nombre al disco, con unas guitarras estupendas y unas melodías que se te pongan rápidamente al paladar. Hablando de guitarras, se tornan protagonistas en «I don’t miss the misery», canción que suena muy potente, no solo por las guitarras, también por la potencia que aporta la base rítmica y que cuenta con un gran estribillo. Muy hard rockera es «Better the devil you know», donde el riff bordea sonidos más propios del rock màs clásico. «Do your own stunts» denota esas influencias más actuales que nombraba antes, dejando ver a las claras que no solo viven del pasado. «Endangered» enlaza con su anterior disco, y posiblemente, en otros tiempos, estaría sonando en las radios, porque ese estribillo lo pide a gritos. «Inferno» es una pequeña joya, melodías a raudales, unas grandísimas guitarras, puro hard melódico de primera clase.
Pero ojo, que lo mejor está por llegar y se llama «Alien earthlings», si esos coros no te atrapan y te tienen en la gloria, que te lo miren, en serio. «Nonstop madness» es otra lección de hard melódico, guitarra marcando tiempo y melodía a raudales, con un estribillo para enmarcar. «Too late to die young» es donde se desmelenan, sacándose la canción más cañera del disco junto a «House on fire», donde las guitarras suenan que truenan. Cierra el disco, «Everything to everyone», de sonido bastante moderno. Un gran disco de los suecos, que nos siguen acostumbrando a que con ellos, solo hay lugar para la calidad.
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