Esta claro que la gente del metal somos muy especiales, y yo me meto también en el lio, a pesar de que mi menú musical consta de las cosas más diversas que os podeis echar a la mente. Siempre hemos pintado esa línea que divide la autenticidad del resto. Bandas como Children of Bodom, para muchos, no eran más que una posibilidad de gente que no se perderá jamás en los recovecos más oscuros del metal extremo, de escuchar algo de ello. No estoy de acuerdo, en lo de estigmatizar ciertas bandas. Posiblemente, Amon Amarth es otra de esas bandas, que alguno acuse de estar en esa línea fina, entre el fan del metal más potente y el que cae de rebote en sus garras. Esta claro, que los Amon Amarth, tienen el atractivo fisico y musical para reclutar entre seguidores a los que se sienten más a gusto en terrenos como el power. Historias èpicas, vikingos, impacto visual de portadas y directos.… pero que coño, también un puñado de grandes canciones y muy buenos discos. Yo reconozco que siempre me ha gustado mucho esta banda, heredera de esa grandilocuencia épica del heavy metal.
Cuando supe que su nuevo disco, el décimo ya, «Jomsviking» era conceptual, pensé, mucho han tardado estos, la verdad. Pero aquí está en mis manos, me encuentro dispuesto a emprender un nuevo viaje, con la adrenalina para arrasar las costas que se pongan a tiro, mientras suena la música, y, uffff, desilusión. Si, esa es la palabra con la que me quedo tras escuchar este nuevo disco de los vikingos. El disco es excesivamente lineal, han dejado la potencia a un lado, acercandose peligrosamente a cualquier banda de power metal, con una revolución más. Las guitarras suenan mucho a Maiden, en una y otra canción, pero sin la grandeza de los de Harris, evidentemente. Esta vez, no tengo ganas de afilar el hacha y gritar en el fragor de la batalla, porque la épica la echo de menos, el valor guerrero en forma de tormenta de decibelios, se ha perdido en el horizonte. Escuchar una canción como «The way of vikings», me deja frio, por un momento, incluso me recuerda a Manowar, aunque ya quisieran los de Johan Hegg. No es mal disco, pero me resulta demasiado simple para los himnos que estos tipos han compuesto anteriormente. Decepción.
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