Grunge, una excelente producción, riff pesados, guitarras con la dosis justa de distorsión, una base rítmica potente, y una amplia variedad de letras, acaban siendo los principales ingredientes de este Control, segundo trabajo de Losung. Un grupo que bien pudiera proceder de las húmedas tierras del estado de Washington, pero que por, ves a saber que misterios del destino, han acabado haciéndolo de las soleadas tierras catalanas.
Unas tierras de contrastes, cosa que parece quedar capturar la cámara del fotógrafo con esas tres chimeneas de la central térmica de Sant Adrià de Besòs encargadas de recordar un pasado no muy lejano, que majestuosas se nos presentan en la portada del disco, que bien nos pueden servir para definir a estos cuatro tipos que no han dudado en producirse ellos mismos, cosa que ya hicieron en su disco de debut, este segundo trabajo.
Un segundo trabajo que da inicio con «El peso del agua», magnifico tema de principio a fin con el que el grupo pone sus cartas encima de la mesa a modo de autentica declaración de intenciones, y en la que queda claro que a Losung, de la mano de Victor , quiere que te lleguen sus letras, cosa de la que salen, sin duda alguna, airosos consiguiendo su momento álgido con la no menas magnífica «Mapas», otro de los momentos cumbre del disco, que junto con el mencionado tema encargado de abrir el disco, la directa «La Velocidad del Sonido» y esa pequeña joya llamada «En compañía de ladrones» forman un inicio autenticamente demoledor, encargado de dar paso a la segunda parte de este Control en la que el grupo se nos muestra más versátil, guardándonos una composición cantada en catalán, «Després del Foc de Sant Joan només queden les cendres» en la que Victor literalmente se sale, tanto vocalmente como a las seis cuerdas, y en eso algo tendrá que ver la magnífica letra de la canción. Y mientras las cenizas se van perdiendo en el horizonte ya sólo nos queda la notable «Peregrino» para toparnos con el tema encargado de cerrar el disco.
Si «El peso del agua» servía para hacer una autentica declaración de intenciones sobre este segundo disco del grupo y era un magnífico punto de arranque de un trabajo que en todo momento se mueve cercano al sobresaliente, hemos de esperar a siete minutos para el final para encontrar la joya del disco. No sé si está hecho aposta, pero los siete minutos de «Cicatrices» con una letra desgarradora como esos «placeres ocultos tatuados en tu espalda» y una parte musical de esas que te dejan boquiabierto, sobre todo cuando ante nosotros se abre la segunda parte de la misma y el grupo, como surgiendo de la nada, se fusiona con la voz venida de tierras más soleadas y más abiertas de Maite Rodriguez en un final en el que la guitarra de Albert Berlanga se nos desnuda como no lo había hecho antes para dar carpetazo a este Control que ahora sí consigue entrar de lleno en la excelencia y traspasar de sobras el sobresaliente, son auténticamente majestuosos, y la verdad que de entrada suponía una apuesta no exenta de dificultad, pero que ha acabado siendo ganadora.
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