El terror gótico lleva dando frutos en el séptimo arte desde prácticamente los inicios del cinematógrafo. Sólo hay que observar los primigenios “Dráculas”, “Nosferatus” o “Frankesteins” en estudios del calibre de la UFA o Universal.

Cine de horror romántico que lleva la pluma de escritores como Bram Stoker o Mary Shelley y que, de nuevo, tuvo un repunte en la década de los noventa del siglo pasado gracias a Francis Ford Coppola, dirigiendo las andanzas del aristocrático vampiro en la cinta protagonizada por Gary Oldman o produciendo a Kenneth Branagh sobre el monstruo construido con cadáveres, interpretado por Robert De Niro.

Ahora, otro creador visual de la entidad de Guillermo Del Toro regresa al mito de Prometeo en el que se basó Mary Shelley. Y lo hace con una notable producción para Netflix, en una versión que ofrece variaciones sobre otras adaptaciones. Eso sí, respetando el material original.

Un guion el del propio Del Toro que divide su obra en tres historias cruzadas. La primera en el Polo Norte donde la “criatura” y el “Doctor Frankenstein” dirimen sus cuitas con la presencia de un buque explorador danés, contando su historia desde las dos posiciones enfrentadas. Un punto de vista más o menos novedoso que consigue el interés del espectador durante todo su metraje (y estamos hablando de una película de dos y media).

Uno de los motivos es la excelsa puesta en escena, con un gran ritmo que no decae en ningún momento, una ambientación oscura y lúgubre que nos introduce en la historia, donde Del Toro demuestra su imaginario visual y su facilidad para crear atmósferas tenebrosas (una suerte que le emparenta con Tim Burton). Parte de culpa de ello, la tienen sus técnicos de confianza como el músico Alexandre Desplat o la fotografía de Dan Lautsen (ambos trabajando con el realizador mexicano desde su oscarizada “La forma del agua” que consiguen introducirnos en su personal mundo y forma de entender el cine.

Quizás lo menos bueno (que no malo) sea el reparto pues no hay ninguna actuación que emocione, con un Oscar Isaac algo histriónico en algunas secuencias, un solo correcto Jacob Elordi (en un papel que suele digno de lucimiento) o una Mia Goth hierática en exceso. Eso sí, aportan prestancia secundarios de peso como Lars Mikkelsen o Charles Dance. Entre todos consiguen que esta nueva versión de “Frankenstein” tenga bastantes más virtudes que defectos y que demuestra el talento de Guillermo Del Toro, uno de esos directores cuyo nombre es sinónimo de calidad dentro del cine de género.

Frankenstein

7.5
by: Jose Luis Diez

by: Jose Luis Diez

Cinéfilo y cinéfago, lector voraz, amante del rock y la ópera y ensayista y documentalista con escaso éxito que intenta exorcizar sus demonios interiores en su blog personal el curioso observador

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