Este gran poema es de Yehuda Amichai, un poeta israelí nacido en el año 1924, que es considerado uno de los mejores poetas contemporáneos en el idioma hebreo. Era visto como moderno, por su forma de escribir. Se titula, A Man Doesn’t Have Time In His Life y nos habla de la realidad humana con una sencillez y certeza que nos hace más conscientes de que los pequeños placeres cotidianos son lo mejor que nos sucede en el presente, algo que nos cuesta apreciar antes de seguir nuestro camino más allá de esta vida.
A Man Doesn’t Have Time In His Life,
por Yehuda Amichai
A man doesn’t have time in his life
to have time for everything.
He doesn’t have seasons enough to have
a season for every purpose. Ecclesiastes
Was wrong about that.
A man needs to love and to hate at the same moment,
to laugh and cry with the same eyes,
with the same hands to throw stones and to gather them,
to make love in war and war in love.
And to hate and forgive and remember and forget,
to arrange and confuse, to eat and to digest
what history
takes years and years to do.
A man doesn’t have time.
When he loses he seeks, when he finds
he forgets, when he forgets he loves, when he loves
he begins to forget.
And his soul is seasoned, his soul
is very professional.
Only his body remains forever
an amateur. It tries and it misses,
gets muddled, doesn’t learn a thing,
drunk and blind in its pleasures
and its pains.
He will die as figs die in autumn,
Shriveled and full of himself and sweet,
the leaves growing dry on the ground,
the bare branches pointing to the place
where there’s time for everything.
A un hombre no le da la vida,
por Yehuda Amichai
A un hombre no le da la vida
para tener tiempo de todo.
No cuenta con las estaciones suficientes
para tener una con cada propósito. El Eclesiastés
se equivocó en eso.
Un hombre necesita amar y odiar a la vez,
reír y llorar con los mismos ojos,
con las mismas manos tirar piedras y recogerlas,
amar en tiempo de guerra y guerrear en el amor.
Y odiar perdonando, y recordar olvidando,
organizar y confundir, comer y digerir
lo que a la historia
le lleva años y años conseguir.
Un hombre no dispone de tiempo.
Cuando pierde busca; cuando encuentra
olvida; cuando olvida, ama; cuando ama
comienza a olvidar.
Y su alma se curte, su alma
resulta tan profesional…
Solo su cuerpo se mantiene siempre
como un aficionado. Lo intenta y falla,
se confunde, no aprende nada,
ebrio y ciego en sus placeres y dolores.
Morirá, como mueren los higos en otoño,
arrugado y lleno de sí mismo, y dulce,
las hojas secándose en la tierra,
las desnudas ramas señalando ese lugar
donde hay tiempo para todo.





















0 comentarios