Hay una niebla espesa por delante,
el océano en esa calma moribunda.
Su barco se desliza sobre esas olas silenciosas
hacia lo desconocido,
él no puede regresar,
es demasiado tarde para él.
Se deja el alma en el remo
y remando va hacia su destino.
El barco surca esa lechosa y blanquecina niebla.
A través de la persiana escuchan con claridad
el batir de los remos de su poderosa flota.
La batalla está cerca.
Su corazón late fuerte y salvajemente,
ha estado esperando este día.
De pronto, súbitamente, la cabeza de un dragón
aparece entre la bruma.
De regreso a las orillas Norteñas,
tal como una vez juró.
Prometió volver (volver)
para hacerles arder.
Entonces, un viento del Norte se levanta
que disipa la niebla.
Una poderosa flota vikinga aparece,
pacientemente esperan.
Muerte o victoria son palabras que los definen.
No hay vuelta atrás, están listos para el asalto final,
dirigidos por tu voluntad.
«Hombres, empuñad vuestras espadas y escudos, los enemigos nos aguardan,
haremos de esta bahía nuestro campo de batalla y llenaremos las olas de muertos.»
La oscuridad, entonces, desciende,
el día se hace noche.
Una nube masiva de flechas
cubre el brumoso cielo.
Con una fuerza violenta, las dos flotas chocan,
la batalla comienza ya.
Hay gritos de guerra, un chocar de armas,
incierto es quién vencerá.
El trueno retumba sobre las olas,
el cielo se quiebra con el relámpago.
Las nubes dejan caer granizo del tamaño de uvas
mientras las flechas salen disparadas.
Se oye el rugido de los berserkers,
invocan al poderoso Thor,
esa furia en sus rabiosos ojos.
Arderán por siempre jamás.
Escucha el canto de las armas,
siente el aguijón de las flechas
que remontan hasta la gran nave del Conde
que comienza a balancearse.
La lucha es encarnizada mientras atacan
con la espada y el hacha, quien no arriesga no gana.
Aun heridos por las flechas, no retrocederán,
siguen luchando con furia y corazón.
Luego, los buques de flanqueo se apartan
y pronto se ven envueltos en el combate.
Firmes en la lucha hasta la muerte,
se niegan a morir como ganado.
Luchando para sobrevivir
con uñas y dientes,
al alcance de la mano la venganza.
Tan cercana y a la vez tan lejos.
Entonces, se para frente a él,
es como si la batalla se desvaneciera.
Mira a los ojos de su padre
mientras es azotado por las olas.
De regreso a las costas del Norte (costas del Norte)
tal como una vez juró (una vez juró)
ha cumplido su destino (ha cumplido su destino)
entre estas oscuras y frías olas (frías y oscuras olas)
Él mira a las nubes allá arriba,
la mirada perdida y distante.
Ella emerge de esa luz,
contempla el carro resplandecer
de pie, en la orilla.
Él oye su silenciosa llamada.
Freja lo guía a través de la puerta
hacia el gran salón.
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