Podemos sentarnos aquí, en silencio,
con sólo la esperanza de sobrevivir en el presente,
míralo atravesar y cortar la superficie
y entrar de nuevo en una espiral sin fin.
Un símbolo de nuestra epidemia
esa que nos despierta sacudiendo nuestros huesos.
Desciendo completamente en llamas
al interior de esos vientos.
Hay ríos en constante crecida,
caudalosos arroyos dividiéndose.
Míralos abrirse paso a través de los valles,
mientras los devoran totalmente de nuevo.
Esta guarida se convierte en un lago
que baña y arrastra nuestros pueblos
ascendiendo hasta nuestros cuellos
dentro de estas olas.
Las llamas están vivas
ganándose a su público.
Estas lluvias son divinas,
recuperan su entorno.
Llega una nueva etapa.
Es un símbolo de nuestra plaga
que nos despierta sacudiendo nuestros huesos.
Desciendo completamente en llamas
al interior de esos vientos.
Esta ciudad se convierte en lago
e inunda a nuestros fantasmas hasta que se van
ascendiendo hasta mi cerebro
dentro de esos vientos.
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