La fantástica banda de Philadelphia Scoopski presenta hoy su nuevo álbum de estudio, “Time is a Thief”. Un disco, a priori de power-pop, pero que sin lugar a duda trota alegre entre el rock setentero que, para ellos, es puro folclore y cuestión de ADN, y el punk rock noventero forjado en himnos y fiestas universitarias que solo puedo definir como “feel good rock”.
La producción nos invita a pensar que estamos ante un álbum producido en un gran estudio, con quince compositores y doce productores por corte, y desde luego la paleta sonora no envidia en absoluto a un grupo producido por una gran discográfica (lo que, en la comunidad independiente, llamamos simplemente “radio ready”, con la mejor connotación posible).
No puedo evitar sonreír mientras escucho el primer corte de los trece que componen este larga duración muy, muy esperado en las redes sociales. Las voces del señor y la señora Scoopski, matrimonio real y musical, consiguen erizar los vellos a cualquiera ligeramente susceptible al mal de Stendhal. Sus versos y estribillos funcionan todos y cada uno de ellos como una invitación, una mano amiga que sonríe no con ingenuidad, si no con empatía, para que los acompañes en esta celebración de las cosas buenas por venir, y de estar vivos en este momento y lugar de nuestras vidas.
El álbum cuenta con aportaciones compositivas de genios de la música de bases como Marc Schuster y Benjamin Lorino, entre otros amigos y colegas de la banda. Este disco pasa con carácter inmediato y directo a mi top 10 del año, y sé que se quedará conmigo mucho tiempo. Espero que des una oportunidad a esta banda independiente y te unas a los más de diez mil oyentes anuales que ya les apoyan y llenan sus vidas de este buen rollo. Porque, seamos sinceros, a todos nos viene bien una ración. O trece. Disfruta, ¡que el tiempo es un ladrón!
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