Liam Nesson se nos ha especializado en este tipo de papeles y tras Venganza o Sin Identidad, también dirigida por Collet-Serra, y este Liam actual es la pieza fundamental encargada de mantener a flote, aunque aquí lo más apropiado sería decir en el aire, esta nueva película de este director que ha conseguido abrirse las puertas de Hollywood de par en par y más viendo las cifras de negocio que está consiguiendo esta Non -Stop en el mercado norteamericano, que al final es lo que cuenta.
Jaume Collet-Serra sabe de que va esto y va a lo seguro, aunque eso no sea del todo fácil conseguir ya que conseguir mantener al espectador sentado en la butaca durante algo más de una hora y media prestando atención a un solo escenario como es ese lujoso avión no resulta tarea fácil, y es ahí donde, siempre acompañado de una pareja estelar, ya que junto al siempre eficiente, y más en estos tipos de papeles, Liam nos encontramos a una siempre esplendida ,y es que es difícil encontrar una cinta donde no lo esté, Julianne Moore, Jaume demuestra que sabe de que va esto y consigue, sobre todo en la primera hora de la película componer un tablero de juego realmente eficaz que, si bien ahora se podrían comentar un par de trampillas necesarias para mantener el equilibrio argumental planteado, consigue mantener la tensión y la duda sobre quien, o quienes, pueden ser los malos de la película, aunque todo hay que decirle, en este planteamiento uno no para de acordarse de una tal Agatha Christie, y si bien ahí eran 10, aquí 146 son los posibles sospechosos.
Y esto funciona perfectamente consiguiendo crear una atmósfera que mantiene al espectador dentro del juego de adivinar quien puede estar jodiendo al bueno de Liam hasta que, en otro de esos momentos en que el guion es cogido con pinzas, se desvela la identidad con la consiguiente, por otra parte prescindible, ya que roza la ridiculez, explicación de los motivos para realizar tal acto. A partir de aquí todo el planteamiento inicial salta por los aires (nunca mejor dicho) en post de un final de esos que tanto les gusta a los americanos y que acaba convirtiendo la película, como no podía ser de otro modo, en un espectáculo pirotécnico en el que siempre acaba surgiendo la figura de uno de esos héroes a los que tanto se les encuentra a faltar en la vida real.
La dupla Nesson – Collet consigue con «Non-Stop: Sin escalas» uno de esos productos bien manufacturados que, y tampoco lo pretende, nada aporta, pero que consiguen tener al espectador un par de horas en vilo poniéndose en la piel de un Nesson que corre el riesgo de quedar encasillado en este tipo de papeles y es que, todo hay que decirlo, pocos como él para meterse en la piel de este tipo de personajes en los que la desesperación y la soledad los acaban convirtiendo poco menos que en la reencarnación del mismísimo Jack Bauer.
0 comentarios