Y ahí estaba ella, con la voz
lo más cerca posible de los labios.
Ese caminar sinuoso, silencioso
y una voluptuosidad transparente
como la de una pantera negra.
Sensual y altiva, caprichosa y exigente
igual que una institutriz del corazón
dueña de ese lugar entre tú y tu alma
donde si no te salvas a ti mismo,
no te rescata la policía.





















0 comentarios