En el mundo hay ciertas personas que son un misterio, unos seres únicos que destacan de los demás. No solo por su arte, por su personalidad, también por sus historias, su camino por la vida y por el aura que transmiten solo viéndolos.
Louis T. Hardin, más conocido como Moondog, fue un pionero de la escena vanguardista, poeta e inventor de instrumentos musicales, aunque muchas veces parece que la leyenda de Moondog supere a su música. Su testamento musical es enorme y su visión y actitud revolucionaria hacia la composición y la melodía influenció a grandes compositores como Philip Glass y Steve Reich, y, más allá en el tiempo a grupos como Stereolab.
Louis nació un 26 de mayo de 1916 en Maryville, Kansas. Desde niño la música era su pasión, sobre todo la percusión. A los cinco años empezó con una vieja caja de cartón que le servía de batería. Se cuenta que su padre, un pastor, lo llevó a la Danza del Sol de los indios Arapaho, donde conoció al Jefe Yellow Calf y pudo tocar el tam-tam de piel de búfalo. Lo cierto es que aquello se convirtió en un recurso rítmico que reaparecería en su obra más adelante.
Ya con 16 años, un 4 de julio de 1932, Hardin encontró un objeto en el campo, un viejo cartucho de dinamita. Mientras lo manipulaba, el explosivo detonó en su rostro y lo dejó ciego permanentemente.
En aquel momento su vida cambio para siempre, también en parte gracias a su hermana mayor, Ruth, que le leyó a diario y durante muchos años libros de música, de filosofía, poesía, mitología, ciencia. Un libro en particular, “El primer violín de Jessie Fothergill” fue el detonante definitivo que le llevó a la obsesión de convertirse en compositor.

Tras aprender los principios de la música en escuelas para jóvenes ciegos, aprendió por su cuenta las técnicas de entrenamiento auditivo y composición. Estudió con Burnet Tuthill en la Escuela para Ciegos de Iowa, pero fue perfeccionando y aprendiendo principalmente de oído la teoría musical con libros en braille durante su estancia en Memphis hasta que en 1943 llegó a Nueva York para acercarse a la escena clásica del siglo XX. Allí conoció a músicos como Leonard Bernstein y Arturo Toscanini, así como a Charlie Parker y Benny Goodman.
Viajó a través de Estados Unidos, a reservas indias, conoció e impresionó a Duke Ellington en Los Ángeles. El Million Dollar Theatre organizó un concurso amateur en el que Moondog ganó, interpretando «una pequeña pieza de vals al estilo de Chopin». La Ellington Band actuaba en el teatro al mismo tiempo y Duke quiso conocer al ganador. Moondog no solo conoció al Duque, también a Al Hibler, el cantante ciego. Se encontró con gente maravillosa, casi todas mujeres en las ciudades del oeste. Dolores House en Taft lo invitó a su casa en el desierto, allí paseaba “en las tardes del desierto, descalzo sobre la arena”.
Vendiendo sus partituras mientras viajaba de ciudad en ciudad iba de norte a sur. Sin alojamiento y con poco dinero, alquiló una vieja camioneta aparcada junto a otras en un desguace cerca del Polo Grounds en el Bronx por cincuenta centavos la noche. Iba regularmente a la terminal de autobuses Greyhound de la calle 51 donde guardaba su equipaje en una taquilla y gastaba veinticinco centavos por ducha. La primera vez que se atrevió a actuar fue en la calle 32 al oeste de la Octava Avenida, frente a un banco, luego se mudó a la zona alta, actuaba de noche, ante un público más numeroso y agradecido.

Una noche, se acostó en un portal al oeste de la Sexta Avenida, entre las calles 51 y 52, y cuando el dueño salió a hablar de la intrusión, terminó preguntándole a Moondog si quería grabar un disco en sus instalaciones. Era Gabriel Oller, propietario del Spanish Music Center, quien rápidamente se convirtió en mecenas, socio y amigo, con la ayuda de su esposa, Inez.
Aunque a Louis le gustaba tocar en la calle, también fue por obligación ya que su aspecto excéntrico y sus pocas ganancias convirtieron una esquina cerca de la zona de clubes nocturnos de la calle 52 en las más tarde conocida como la esquina de Moondog, entretenía a los transeúntes tocando sus composiciones con unos tambores caseros y algunos teclados portátiles, o bien recitando su propia poesía.
Para 1947, Louis decidió adoptar el nombre de “Moondog” en honor a un perro que “solía aullar a la luna más que cualquier otro perro que yo conociera”.
Su excentricidad cada vez se acentuada a medida que pasaba más tiempo en la calle. Luciendo una larga barba y una lanza, vestía ropa casera compuesta por una túnica y un casco vikingo, pantalones de cuero cosidos por él mismo al más puro estilo indio. Aquello le cerro muchas puertas, aunque como toda buena historia que se precie, y, según algunas leyendas posiblemente algo magnificadas por el tiempo, se cuenta que unos músicos del Carnegie Hall vieron a Moondog y quedaron completamente fascinados por lo que oyeron y vieron. Y convencieron al director Arthur Rodzinski para que lo dejara asistir a los ensayos de una obra en el famoso Carnegie Hall.
Lo que sí es fiable al 100% es que fue en aquel mítico lugar que ha visto pasar por su escenario leyenda tras leyenda, donde Hardin aprendió orquestación. Así mismo pudo estar en el debut como director de Leonard Bernstein algo que le marco profundamente. Aquel suceso se convirtió en una deuda para Moondog hacia Rodzinski, al que agradeció con su dedicatoria en su Sinfonía n.º 50.
Moondog se fue convirtiendo en una celebridad sobre todo cuando el columnista Walter Winchell del Times se interesó por él, y empezó a escribir sobre aquel vikingo ciego que tocaba en la calle. Aquello llego a oídos de Tony Schwartz, un musicólogo que solía realizar grabaciones de campo de músicos callejeros. Y gracias a esa colaboración entre ellos, a Moondog le llegaron varias ofertas, la más destacada de las cuales fue la de grabar canciones infantiles con Julie Andrews.
Moondog tenía muchos amigos, ya que era un hombre muy amigable y se hacía querer, Charlie Parker que prácticamente pasaba a verle cada día le dijo que tenían que grabar algo ¡juntos! Lamentablemente, esto jamás ocurrió, pues poco después Parker falleció inesperadamente.
Moondog le rindió homenaje posteriormente con “Bird’s Lament”, un tema que cualquier amante de Jazz ha oído infinidad de veces, pero sin asociarlo a Moondog, o más bien asumiendo que sería del mismo Parker, o de Miles Davis.
Moondog fue grabando discos para sellos como Mars, CBS y Prestige, y con el dinero que le aportaron, se compró una pequeña casa en el campo, al norte del estado de Nueva York, donde se retiraba para leer, componer y escribir, aunque una fuerza oculta hizo que prefiriera vivir durante treinta años en las calles de Nueva York, y siempre en el mismo sitio para pedir limosna o recitar sus poemas, —en la Calle 54 con la Sexta.
Por la noche una diminuta habitación con tragaluz por cinco dólares semanales en un edificio entre la Octava y la Novena Avenida, en el 332 de la calle 56 Oeste, era su hogar. Su dieta se componía principalmente de verduras crudas, fruta y «pan negro».
Cuando llegó la generación beat que lo recibió con los brazos abiertos, ya que era evidente que se había convertido por méritos propios y sin quererlo en un icono rebelde. En aquellos tiempos con una juventud más abierta a los cambios que llegaban con fuerza, Moondog empezó a realizar un recital de poesía junto a Allen Ginsberg, a compartir escenario con otro rebelde como Lenny Bruce, Tiny Tim y hasta llegó a aparecer en películas con William S. Boroughs.
Se especializó durante un tiempo en componer música para películas y anuncios de televisión, llegando una de sus piezas a utilizarse para la banda sonora de “Drive. he said”, dirigida por Jack Nicholson y que aquí se llamó “Aquellos Años”. Durante un año vivió en casa de Philip Glass, trabajando con él y componiendo música única y exclusivamente.
En 1974, se le ofreció la oportunidad de tocar en Europa durante unos meses, que finalmente se convertirían en años, realizando giras por Francia, Alemania y Suecia.
En Nueva York durante su viaje al viejo continente y debido a lo repentino de su partida hizo que muchos de sus fervientes admiradores y amigos creyeran que había fallecido. Incluso Paul Simon lamentó su fallecimiento en un programa de televisión que tenía por aquel entonces, “The Paul Simon Special” en la NBC. Solo una vez más volvió a Nueva York en su vida, fue para dirigir a la Brooklyn Philharmonic Orchestra.

Cuando partió para Europa, le llegó a Moondog la oportunidad de poder ver y vivir una de sus otras pasiones, la de la cultura nórdica. Y su visión idealizada de Alemania («La Tierra Santa con el Río Sagrado»: el Rin), lo llevó a mudarse a Recklinghausen, donde vivió hasta su muerte por un fallo en el corazón en el año 1999.
Está enterrado en el Cementerio Central de Münster. Su tumba fue diseñada por el artista Ernst Fuchs basándose en la máscara mortuoria. Pero también fue en tierras germánicas donde su capacidad creativa se vio más impulsada llevándolo al período más prolífico de su carrera, gracias a una estudiante que se convirtió en su asistenta y luego en su agente, Iona Sommer, la cual pudo plasmar sobre el papel todas sus composiciones y poemas.
La vida, la obra, sus inventos, sus poesías es tan extensa y tan maravillosa que es un placer ir descubriendo poco a poco todo lo que hizo por cuenta propia. Y aunque parezca algo loco que alguien como Moondog estuviera casado, tuvo ¡dos esposas! La primera fue un matrimonio breve con Virginia Sledge en 1943 hasta 1947 y en 1952, se casó con Mary Suzuko Whiteing, una madre soltera estadounidense-japonesa. Y como para darle aún más misterio y fabulosidad a la historia, Suzuko y Hardin se conocieron en las calles de Nueva York. Según su hija, June, Suzuko quedó impresionada por su apariencia y su música. A Moondog le conmovió el sonido de su voz.
El matrimonio duró ocho años del cual tuvieron una hija, June Hardin, nacida el 1 de junio de 1953. En el LP Moondog Prestige de 1956, la esposa de Moondog, Suzuko, aparece acreditada en “Lullaby”, cantándole a June, con apenas seis semanas. Pero Hardin luego fue padre de otra hija, Lisa Colins, fuera del matrimonio, ya que Louis siempre tuvo muchas aventuras amorosas, cuando vivió cuatro años en aquel pequeño apartamento. En el segundo piso estaba Anna Naila, una mujer mucho mayor que él, que se convirtió, primero, en su mejor amiga y luego en el gran amor de su vida.

Louis también se ganaba la vida como modelo para pintura y se convirtió en toda una figura en el círculo bohemio del centro de la ciudad. Barbara Prentice, cuyo padre era editor en Time-Life, quedó prendada de Louis cuando posó como modelo en su clase de arte en 1944. Una cantante de la Iglesia Bautista Abisinia de Harlem, Elsie Marcello, no solo entabló amistad con él. La poetisa Mary Siegrist, organizó una fiesta para Louis y otro invitado de honor, Raymond Duncan, hermano de Isadora. Como ven Moondog gozó de un amplio abanico de admiradoras y admiradores, frecuentó a grandes pensadores, artistas, escritores, compartió escenario con artistas como Ravi Shankar, grabó un álbum para niños con Julie Andrews, Salvador Dalí le invitó a un happening en Carnegie Hall, etc…
Pero a lo largo de su vida en Nueva York, evidentemente viviendo como él vivía y con su pensamiento tan libre y su actitud, también tuvo roces con la ley mas un sin fin de anécdotas.
Amigo de Sammy Davis Jr, de José Ferrer, pidió a Moondog que tocara la batería en su boda con Catherine Hepburn. Cassius Clay siempre lo llamaba “Moon” o “The Dog”. Joan Baez le puso a su perro Moondog. The Pentagles incluyeron una canción titulada “Moondog” en un álbum que grabaron en el que lo llamaban “hijo del ritmo”.
Una noche de 1950, un transeúnte entabló conversación y acompañó a Moondog a la habitación 11 del Aristo, donde ambos se sentaron en la cama y tocaron música durante horas. Era un joven actor era bastante bueno con los bongos, era Marlon Brando. Moondog conoció al compositor John Cage, en 1950, conoció a Edgar Varese, aunque no surgió ninguna chispa.




















Menudo personaje, no tenía ni idea. Muy interesante todo.. Gracias maestro. Abrazooo
Gracias a ti por leerlo!