Desde el Reino Unido llegan Hades Descent cuya propuesta sonora mezcla esquemas propios del metal extremo con pasajes sinfónicos, tratando de aglutinar una mezcolanza de oscuridad, fuerza, épica y pomposidad que se traduce en un sonido envolvente donde como en una moneda conviven dos caras bien diferenciadas que a su vez son parte del todo. Abre con la colaboración de Karl Sanders en “Tomorrow is dead” enfrascando una ardua batalla entre las partes más agresivas circundantes entre el black metal que preconizan la voz , el death de determinadas partes y ese colchón sinfónico que ofrece el brusco contraste.
Por la misma senda continuan en “Through savage seas”, la voz a veces próxima a tesituras propias del black sinfónico, otras encarando fases death metal mientras musicalmente basan protagonismo en la batería y las guitarras por momentos acercan posturas con el heavy metal tradicional. “Forged in darkness (and fire)” recita un ritmo marcial, industrial, impregna melodías a través de las guitarras otorgando las partes más duras a la voz que no abandona su tono gutural. “Path of the seeker” comienza con tintes proximos al metal sinfónico para ir avanzando hacia terrenos de black metal a lo C.O.F. donde cobran importancia las partes melódicas musicales.
“The oncoming” tiene un comienzo cinematográfico que nos introduce de lleno en una propuesta cercana al power progresivo que coronan como cocción preferida de la banda con el ataque frontal que ofrecen a través de las líneas vocales añadiendo tintes dramáticos cuando la canción llega a su parte central, ralentizando el sonido y cediendo protagonismo a la parte sinfónica. “Veiled ambitions” es en sus cinco minutos un compendio de lo que Hades Descent representan. “Sentinels of time: Illium’s demise” o “The sea of silent warriors” siguen la tónica general de “The monolith” hasta desembocar en la canción que pone a su vez nombre y punto final al disco, un álbum interesante que tiende puentes entre los seguidores del metal.




















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