En la entrada de la Sala Z había una pareja de cierta edad que se debatían entre entrar o no. No conocen a The whitfield-Chicken experience aunque les apetece ver música en directo y el cartel promete un buen show. Son 18€ la entrada (un regalo, pienso yo) y finalmente se deciden a entrar. Ya dentro de la sala les perdí la pista. Lo que tengo seguro es que salieron encantados.

El gran Barrence Whitfield y la superbanda MFC Chicken combinan como la leche y el café dando como resultado un delicioso brebaje de intenso pero agradable sabor. Nadie diría que el veterano Barrence Whitfield tiene ya cumplidas las 70 primaveras, es tal su entrega sobre el escenario y la energía que desprende su garganta que yo le echaba bastantes menos. El tipo pisa el escenario con el desparpajo de quien se sabe capaz de hipnotizar a un bar entero a base de su voz y sudor. Es como para quedarse pasmado con la técnica vocal de Barrence, alucinante.

Por su parte, MFC Chicken son una de las bandas más explosivas y divertidas sobre un escenario que ha dado el rock’n’roll del siglo XXI. Los inimitables Evoy (Saxo/ Voz), Ravi Low-Beer (batería), Zig Criscuolo (Bajo/voces) y Dan Dan Criscuolo (Guitarra) construyen su sonido a base de rock de raíz y un punto de jam band descontrolada. Entre canción y canción apenas mediaban palabras; lo suyo no es hablar, lo suyo es invocar. Y vaya si lo consiguieron. Son todo un espectáculo tanto sonoro como visual. Evoy y Zig acabaron tocando subidos a la barra de la Z. Todo un show, oiga. Y sin perder la sonrisa ni la excelencia musical en ningún momento nos lo hicieron pasar francamente bien a todos los asistentes. The whitfield-Chicken experience no inventaron la rueda, cierto, pero sí hacen que ruede a toda velocidad. y con la suficiente electricidad como para despeinar a cualquiera. ¿Qué más se le puede pedir a una noche de miércoles?

Volviendo a la pareja del inicio: gracias, de verdad. Necesitamos más gente así.






















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