La primera entrega de “The last of us” se convertía en uno de los seriales importantes para HBO. Una traslación a imágenes del conocido videojuego de terror aunque los infectados en la serie se convertían en una excusa para mostrar la mezquindad del ser humano tras una catástrofe, cosa que, a pesar de lo que nos cuentan televisiones y políticos, es cierta pues sólo hay que recordar las delaciones por envidia o los surrealistas pasaportes, entre otros muchos catálogos para la infamia, que vivimos con la pandemia del COVID.
Y ese era uno de los puntos favorables del producto creado por Craig Mazin y Neil Druckman pues lo que ofrecía era una visión pesimista de la condición humana en situaciones desfavorables, centrándose más en el drama que en el horror. Algo que le emparenta con “The walking dead” o algunos de los más destacados trabajos televisivos de Mike Flanagan. Un acierto que además poseía una estupenda factura técnica.
Sin embargo, mucho de lo bueno plasmada en el original se pierde en esta segunda temporada. Comenzando por lo visual pues demasiados momentos, secuencias e, incluso, capítulos están rodados con mínima luz por lo que es complicado saber que está sucediendo. Algo similar (aunque no tan brutal) a lo acontecido en la batalla contra los caminantes blancos en “Juego de tronos”. Una premisa que no se termina de entender bien pues en un televisor de gama media o media- alta no se ve bien y mucho menos en ordenadores o tabletas. Algo que lastra en exceso la experiencia inmersiva.
Aunque peor es el guion pues tras la sorpresa en el segundo episodio, el resto pierde fuelle y el “libreto” parece centrarse en alargar el metraje de forma innecesaria, volviendo a retomar algunos temas una y otra vez, dejando la acción para los finales de capítulo y el desenlace. Da la sensación de cierta apatía para buscar nuevos intereses, fiándolo todo en el personaje de Ellie y su nuevo amor romántico. El problema es que la protagonista no está bien definida y, por lo tanto, no cae bien. Un problema que según avanza la historia se hace más notable esperando que la masacre final sea como la de la primera temporada, cosa que tampoco consigue (a pesar de ser de lo mejor filmado en esta segunda).
Así que con la sensación de que los siete episodios que conforman esta entrega son demasiados y alargados, la decepción se hace manifiesta y, aunque el resultado final no sea del todo calamitoso sí se observa un resultado irregular y lejano a lo mostrado en su precedente. Veremos que sucede con su continuación.
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