En este mundo hay cosas que uno tiene por extintas hasta que, de repente, un buen día dan la cara. ¿A quién no le ha sorprendido un timbre de teléfono extraño que le sobresalta cuando menos lo espera y resulta ser ese terminal anclado a la red fija que ya nadie usa porque hasta con su madre habla por el guasap? Pues más o menos es lo que pasa con tape trade. Alguno me dirá: «¿Mande?», o algo por estilo. No voy a extenderme, pero en los noventa solíamos trapichear con cintas que nos íbamos grabando unos a otros para conseguir los discos que queríamos escuchar porque los cuartos no daban para comprarlo todo y no había estrimin de ese moderno, ni mp3, ni Internet y los ordenadores tenían la pantalla verde. Casi parece la prehistoria, ¿que no? Pues este rollo del trapicheo de cintas hubo quienes lo llevaron más allá formando una red internacional de intercambio por vía postal. Toda una puta locura que conformó un movimiento andargraun muy potente del modo más artesanal y analógico imaginable. Ahora lo hacemos todo todos por Internet más rápido, fácil y barato. ¿Todos? No. Algunos reductos de ese glorioso pasado se mantienen vivos, activos y en movimiento. Puede que más andargraun que nunca, pero ahí están. Uno de los fieros galos de esta aldea es Oscar J. Guirado de Morken Tapes que me acaba de hacer llegar una jugosa cinta con la demo de Azanantin, procedentes de algún lugar ubicuo del sudeste andaluz.
Una demo grabada en una cinta TDK por una cara y con la portada fotocopiada, como mandan los cánones, donde no faltan su pegatina y su código para descargarla de Bandcamp, que se note que siquiera son conscientes de en qué mundo viven. Por supuesto, algo tan artesanal es una cosa limitadísima a cincuenta copias y pare usted de contar. Así que con semejante joyita recién llegada a mi haber, con un ataque de nostalgia como un camión cisterna que me hace temer estar incubando una crisis de los cincuenta de aupa, he sacado mi guolkman de la funda y me puesto a degustar qué tiene que ofrecer este misterioso proyecto que ni se sabe por quien está formado ni de dónde viene exactamente. ¡Toma ya! ¡Auténtico hasta para eso! Antes de empezar a escucharlo ya me gusta.
Se trata de cinco canciones cortas, ninguna llega a los cuatro minutos, de un black metal crudo y primitivo, con un toque melódico muy interesante pues construye la melodía desde disonancias muy bien medidas creando unas atmósferas aterradoras de lo más jugosas. El sonido es muy orgánico y claro, no es este black antiguo grabado en un agujero donde todo lo que pueda estar mal hecho está hecho de la peor forma posible. Aquí todo suena perfecto, equilibrado y definido. La voz está un poco enterrada en la mezcla pero entiendo que si le hubiesen dado más saliencia quizá el resultado no tendría ese sonido a caverna tan valorado en el género ni sería tan clásico en su conjunto. Para los tempos han optado por bajar el metrónomo dándole un empaque más doom y ceremonial. Depressive black metal. Hay etiquetas para todo. En conjunto las canciones forman un todo muy gustoso de escuchar, donde la rabia de la voz combina a la perfección con las melodías y la épica de que la envuelven los instrumentos. Muy bien. Además al no llegar ni a veinte minutos el asunto se escucha con facilidad y le das un par de vueltas sin darte ni cuenta y queriendo más.
En definitiva un trabajo retro en todos los sentidos, desde el estilístico hasta el modo de hacértelo llegar, que despertará esas emociones aledañas como son la nostalgia y una cierta sensación de rejuvenecimiento impostado. Estas cosas molan. No inventan la rueda, de hecho es todo clásico como el arroz con leche, pero ¿a quien le amarga un dulce? Espero con interés más noticias de Azanatin y si se puede ver en directo tampoco le diría que no. Mientras tanto, si te gustan estas movidas musicales no pierdes nada por dejarte caer por su Bandcamp o el de Morken Tapes y darles un orejazo, seguro que merece la pena.
0 comentarios