Alguna vez ya he comentado que el rock and roll me salvó la vida. La verdad es que tampoco fue tan sencillo como la frase lo dice. Los médicos lo hicieron y mi familia también. Pero el rock and roll estuvo allí para arrojar luz en las sombras. El rock me dio sanidad mental cuando mi cerebro era incapaz de procesar otros sonidos. Enganchado a una máquina, viendo la sangre circular de un brazo a otro, adormilado por la bajada de tensión y desahuciado por mor de un cuerpo temporalmente mutilado, fue la simpleza del rock la que me ayudo a cruzar el Rubicón.

Debe ser por eso que cada vez que voy a un concierto en algún momento se me cruzan los cables y una lágrima brota. Es imposible no recordar a mi madre quien, aquejada de los mismos males, celebraba cada 31 de diciembre diciendo “otro año más”. Yo cambié el ritual, agradeciendo cada toque como el que sabe que puede ser el último. La vida es preciosa incluso en la desgracia, solo hace falta estar al borde del precipicio para saber que es así.

Aproveché la amabilidad y el buen corazón de dos amigos para disfrutar de Michael Monroe y de la belleza de Helsinki. Olfrank es más heavy que una lluvia de hachas y Niina es una verdadera seguidora de la carrera del mítico cantante finlandés, a quien ha visto en vivo en infinidad de ocasiones y en diferentes encarnaciones. Como ella misma dijo “Michael nunca defrauda”. Yo lo descubrí un viernes de mayo.

Yo descubrí tarde a Michael Monroe y más tarde aún a Hanoi Rocks. No es que no los conociera, es que no necesitaba que me rescataran de la oscuridad en esos momentos. Ese viernes de mayo estaba dispuesto a devolver parte de la energía que me habían donado sin ellos ni siquiera saberlo. Como quien dice, estaba dispuesto a darlo todo, así que fue raro descubrir que el concierto era en una sala con asientos numerados en el Centro Cultural de Espoo, ciudad vecina a la capital del país nórdico.

Fue curioso ver a un público más en la línea de quienes van al cine que la fauna rockera que uno pudiera imaginar. El horario del concierto, más temprano de lo habitual, invitaba a que nietos y abuelos compartieran de la música del veterano cantante. Fue interesante ver a varias generaciones juntas pateándole el culo a esos que dicen que el rock ha muerto.

Pero también es cierto que la sala no invitaba a los pata caliente como yo a desatarse. Todo comenzó con energía pero también con contención, no de parte de Monroe y su banda (Sami Yaffa, Steve Conte, Rich Jones y Karl Rockfist), sino de un público en correcta formación en sus asientos. ¿Qué hacer? ¿Cómo escuchar sentado un arranque como “Dead, Jail or Rock ‘n’ Roll? Me imaginé que haría alguien en silla de ruedas y cumplí con mi promesa de darlo todo, de devolver parte de esa energía vital que me transfirieron cuando más lo necesitaba.

Lo bueno de ver un concierto en un entorno totalmente ajeno a uno es que las reacciones te pueden sorprender. De repente, como si los asientos tuvieran un resorte que se hubiera activado, la gente pegó un brinco al escuchar los acordes de “Up Around the Bend”, la versión de la CCR. Aunque ya habían sonado clásicos, tanto de Hanoi Rocks como de su carrera en solitario, fue la bendita canción de la Creedence que le activo el baile de San Vito al público presente. Fue raro, raro. De hecho, terminó el tema y la gente se sentó. No en mi caso. Yo entendí que ya tenía permiso para darlo todo de pie, desde ese momento hasta el final.

Es más, me fui arriba. En la pausa del bis, escuché tímidos aplausos y decidí que ahora sí, que ese era el verdadero momento de sacar lo mejor de mí. Si en España corean “Oeoeoe” en esos ratos de espera ¿qué dirían en Finlandia? Me atreví con “Hei” y cuando la gente entró en la jugada me fui arriba y continué con “Hei Hei”. Me sentía como el animador de una grada hasta que ciertas risas y mi amiga Niina me confirmaron que estaba diciendo en finés “Adiós”. El esfuerzo valió la pena porque la risa es salud y yo hice reír a unos cuantos con la tontería.

Fue un buen concierto. Michael a sus 61 años se encuentra en plena forma y Sami Yaffa parece haber hecho un pacto con el diablo. La banda está engrasada y hasta el roadie tuvo la especial habilidad de esquivar continuamente el paral del micrófono cada vez que Monroe lo lanzaba sin mirar hacia atrás. Presentaron su reciente disco “I Live Too Fast to Die Young” con cuatro canciones que calzaron perfectamente en un concierto donde no dejo por fuera, como es lógico, ni a Hanoi Rocks y Demolition 23.

A pesar de las dificultades logísticas, Monroe no dejó de lado la sana costumbre de mezclarse con el público, esta vez contando con la ayuda del roadie para levantar el cable del micrófono mientras se encaramaba, literalmente, encima de los asientos. Tocó el saxo, la harmónica y aún tuvo tiempo de cantar a dúo con Rich Jones “Boiler (Me Boiler ‘N’ Me)”, un tema de los Hanoi Rocks que nunca habían interpretado en vivo hasta esta gira en Finlandia.

No le voy a dar más vueltas a esto. “She’s No Angel”, “Hammersmith Palais”, “Derelict Palace” (con lágrima incluida), “78”, “One Man Gang”, “Underwater World”, el inicio con “Dead, Jail or Rock ‘n’ Roll” y el cierre con “1970” de The Stooges fueron mis momentos favoritos. Yo diría que el público general incluiría “Don’t You Ever Leave Me”, por ejemplo. Pero esto es un ejercicio sin sentido porque al final de todo, la magia estuvo desde el inicio hasta el final.

Setlist:
1. Dead, Jail or Rock ‘N’ Roll
2. I Live too Fast to Die Young
3. Murder the Summer of Love
4. Derelict Palace
5. Young Drunks & Old Alcoholics
6. ‘78
7. Ballad of the Lower East Side
8. She’s No Angel (cover Heavy Metal Kids)
9. Shakedown
10. Don’t You Ever Leave Me
11. Boiler (Me Boiler ‘N’ Me)
12. Underwater World
13. Motorvatin’
14. Malibu Beach Nightmare
15. Up Around the Bend (cover Creedence Clearwater Revival)
Bis
16. One Man Gang
17. Nothing’s Alright
18. Hammersmith Palais
19. 1970 (cover The Stooges)

by: Angel

by: Angel

Melómano desde antes de nacer, me divierto traduciendo canciones y poesía. Me gusta escribir. Soy un eterno aprendiz y bebo de casi todos estilos musicales, pero con el buen rock alternativo me derrito.

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