Los transeúntes pasan,
me paso el tiempo viéndoles pensar.
Sus pasos apresurados dentro de sus cuerpos heridos…
Su pasado se revela en sus despreocupados pasos
si, desconfiada y al acecho, percibo esa parte del juego.
Sus caras, como máscaras, me dan asco
si tengo consideración.
Algo acorde con el espíritu de la época.
Pasa, pasa, pasará,
la última permanecerá.
Pasa, pasa, pasará,
la última permanecerá.
Los niños son todo celebraciones.
El hecho es que ese efecto se refleja en su capacidad de atender al hecho tal cual es,
sin referirse a un sistema de pensamiento.
Ya es otoño, ayer era verano todavía.
El tiempo me sorprende, parece acelerarse.
Las cifras de mi edad
me llevan hacia ese yo soñado.
Pasa, pasa, pasará,
la última permanecerá.
Pasa, pasa, pasará,
la última permanecerá.
Cada mes se desarrolla en ciclos diferentes,
es gracioso todo este revuelo, que me lleva por el tiempo, de un estado a otro.
Oscilo inevitablemente,
en estos tiempos busco equilibrio.
Cada juicio sobre las personas me orienta para seguir sobre esas cosas que debo cambiar en mí,
que me impiden ser libre.
Las voces se liberan y se exhiben en los escaparates de un mundo en movimiento.
Los cuerpos que danzan en ósmosis,
resbalan, tiemblan, se mezclan y se atraen irresistiblemente.
En estos tiempos busco la expresión,
cada emoción que siento me da ganas de expresar lo no dicho.
Y que se haga justicia
en nuestras pobres vidas dormidas.
Pasa, pasa, pasará,
la última permanecerá.
Pasa, pasa, pasará,
la última permanecerá.
Pasa, pasa, pasará,
la última permanecerá.
Pasa, pasa, pasará,
la última permanecerá.
Pasa, pasa, pasará,
la última permanecerá.
Pasa, pasa, pasará,
la última permanecerá.
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