Otra saga sin escrúpulos que rentabiliza hasta lo inverosímil la gallina de los huevos de oro. Décima entrega ya de una franquicia que hace mucho que se ríe de sí misma y sus fans. Más allá de las patadas a las leyes de la física y la anatomía, esta franquicia supone una patada a la inteligencia del espectador. Fast & Furious no difiere mucho de otras franquicias que abusan de misiones imposibles e inverosímiles escenas de acción sobre ruedas, pero esta apuesta por lo absurdo perdió su gracia hace varias entregas y ya resulta del todo ridícula. Así de claro.
No ayuda nada ese tono familiar tan conservador que no hay por donde cogerlo. Todo resulta tan forzado como una sonrisa de Vin Diesel. No me creo a los actores, a ninguno, se les nota que han pasado mucho más tiempo en el gimnasio que en la escuela de interpretación. Incluso hay algún personaje al que deseo que maten y así deje de hablar de una maldita vez, que lo de ser gracioso sin gracia ya resulta cargante. Michelle Rodríguez me resultó especialmente inexpresiva, que ya es decir, lo mismo puedo decir de Jason Statham (otro que tal baila). Las escenas de acción siguen siendo lo único destacado aparte del bochornoso guión. Es sí, lo de las escenas de coches por CGI se les ha ido de las manos. Sinceramente, no pude evitar partirme de risa cuando juegan al pinball con una bomba nuclear en llamas (!!!). Madre mía. Esta saga ha hecho de la hipérbole su seña de identidad. El absurdo a su máxima potencia. Es divertida con el cerebro apagado, sin duda. Aunque quizás al cine de acción moderno se le debería pedir algo más: unos secundarios mejor definidos y unos diálogos menos cargantes hubieran sido muy de agradecer. Es lo que pasa cuando encargas el guión a unos adolescentes hasta las cejas de óxido nitroso.
No se vayan todavía, aún hay más despropósitos. En esta oda al absurdo varios personajes cambian de bando e incluso repescan personajes de las entregas anteriores sin dar ninguna explicación. Hola, estoy viv@ y mira qué cuerpazo se me ha quedado en la morgue. No me jodas. También aparece el bueno(rro) de Jason Momoa como el malo de turno metido con calzador en una franquicia en la que nunca estuvo planeado. Momoa interpreta a un villano tan excesivo y pasado de vueltas como la misma saga. Ese toque sádico y exhibicionista del villano me resultó lo más interesante del guión. Se nota que Momoa se lo ha pasado pipa con este excéntrico malvado, de lejos el mejor de la franquicia. Como dato positivo debo señalar que esta Fast X contiene la mejor interpretación de Elsa Pataky. Ahí lo dejo.
Tampoco me gustó ese fallido tono crepuscular ni lo de dividir el film en dos. Poderoso caballero es Don Dinero. Ante la falta de ideas, partamos la peli en dos y recaudaremos el doble. El capitalismo es así. Sinceramente, tanta testosterona mezclada con gasolina ya me empieza a empachar. Que acaben la franquicia de una vez.
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