La vida del artista tiene casos curiosos como el de los Arkada. Es una banda de Malpartida de Plasencia, provincia de Cáceres, paisanejos de mi colegui Pedro Barroso. Estuvieron danzando a principios de los noventa, cuando andaba yo dándole patadas a un balón en el patio de un colegio de monjas, y cesaron la actividad… hasta 2020. Qué cosa más curiosa son las relaciones humanas. A ver, hablo sin saber porque yo trabajo solo, pero ¿cómo puede ser la reunión con alguien con quien formaste una banda y que hace más de veinte años que no trabajas? Por suerte, la relación resistió, hasta el punto de producir lo que tengo entre las manos. Aquí se produce una especie de paradoja espacio-temporal: hablamos de una banda joven, pero de músicos experimentados, pero un proyecto añejo, que no tiene mucho tiempo de vida. La banda de Schrödinger, jóvenes y clásicos a la vez. Un, dos, tres… ¡Arkada!
https://youtu.be/CP1ssIDTVz4
Astillas. Suena una caja de música, que sirve de entradilla y de base para las voces. A medida que avanzan las estrofas, las guitarras van haciendo su aparición. La batería y el bajo entran en un medio tempo. La poesía urbana de Vito, de Sínkope, con un tono de voz que recuerda a Robe Iniesta en El día de la bestia. He tenido que recuperar el casete —sí, así de vejestorio soy— para volver a escuchar la canción como la primera vez que me cayó en los oídos. El caso es que tiene un aire a R.E.M. en Imitation of life, cuando estamos inmersos en las estrofas o el puente. Hay tramos que suenan un poco a pop, pero a pop de banda, como R.E.M. o Travis, y tramos donde vuelven al sonido extremeño, Calentón, Sínkope o Extremoduro.
A sangrar. La viga maestra es el punteo de la guitarra, que se entrelaza sobre el bajo y se coordina con el golpeo al anillo del batería (cuando pones la baqueta sobre la caja y golpeas levemente el arco metálico), con el ritmo ortodoxo, sincronizado con la subida de intensidad en las voces. Extremoduro nunca ha sido mi fuerte, culpa mía, porque nunca le he dedicado el tiempo suficiente a que sus letras me lleguen, pero me suena a ese tipo de poesía de la calle, con lenguaje sencillo, sin aspavientos, sin caer en lo pretencioso o en lo pedante. En medio del punteo está sonando un reloj de estos de cocina, de estos de horno, que no es un reloj, en realidad es un temporizador. Recuerdo del tempus fugit y eco de la leve fugacidad de la vida, que para todos dejará de sonar ese tic,tac.
Jardín de arena. Tiene aires del sur, a Medina Azahara, a Triana… no sé exactamente con qué están mezcladas las rimas y el sonido, pero suena un poco a flamenco, a sevillanas… en serio, no hagáis a un riojano heavy hablar de flamenco. El caso es que hacen un giro a lo Extremoduro en Jesucristo García, con el bajo y la batería retumbando para que las guitarras lancen un punteo incisivo, acompañando cada palabra.
Tos. Con esta canción puedo hacer una de las cosas que más me gustan: reivindicar a El Reno Renardo. Salvando que las letras son de cachondeo, sus instrumentales son la leche, y la instrumental de Amamos la birra tiene un paralelismo a Tos. Arkada, con el espíritu de Jarabe de Palo en De vuelta y hablando muy en serio, dice: Y que sé mentir sin hablar / y hablarle a un mundo dormido / y arder y luego entender / por qué los ángeles se mueren de frío. Metafísica en rimas para los que no encajamos en ninguna parte.
El rastro de la babosa. Ese comienzo, ese primer riff… el Eat you alive, de Limp Bizkit, con el guitarra recién sustituido. Estaba a punto de oír gritar Hey, you! A Fred Durst, cuando han vuelto a su terreno sobre todo sala de máquinas, el combo batería-bajo, que siguen en su labor oscura de sujetar el armazón del tema. Cuando Javi sube de tono al final de algunas estrofas, el parecido me resulta evidente, clavadito, a Robe. A lo mejor Robe tiene una escuela, una forma de cantar «a lo Robe».
La fiebre. Estoy pensando en los Atasko, banda de Basauri, que me enseñó que para sonar duro no hay necesariamente que correr. No tienes que pulir púas para sonar cañero. Esto es una especie de balada, un medio tempo con espíritu punk, como ejemplo, y la guitarra rítmica o el bajo suenan bastante parecidos, al Pastelarium, de La Polla Récords.
Sobre piedra. Han cogido las notas de I can’t get no (satisfaction), de los Rolling Stones, y han creado una cosa totalmente diferente. Añadiendo una batería electrónica, con arreglos rozando el techno, lanzan una primera estrofa que vuelve a su esencia. Con un diálogo entre el protagonista y su sombra, que recuerda al intercambio de pareceres que traían los Sínkope en la de ¿Qué te has creído, macho?, donde hablaban del Sol, la luna y elementos de la naturaleza en una especie de égloga que rozaba el relato mitológico.
Jaque en tablas. Otra vez me viene ese sonido entre R.E.M. y Extremoduro, y esas letras románticas, pero desde un punto de realismo sucio. Bukowski viviendo en un aparcamiento hablando de los temas realmente importantes de la vida. Una suerte de Diógenes el Cínico moderno. Hasta que llegamos al puente. He tenido una visión: el solo de bajo de Jason Newsted en Cunning Stunts, de MetallicA, los únicos 10 minutos que tocó con un ampli enchufado. Aquí el punteo lo llevan las guitarras, pero es el mismo espíritu.
Scardanelli. Versos de Leopoldo María Panero, como el que hubiera hecho un collage en una pared, con una batería reducida a los mínimos decibelios posibles, un bajo monolítico, potente, pero en segundo plano, para dejar la ofensiva a los amplios acordes de las guitarras y unas voces que llevan el peso del mensaje.
Cuatro extremeños en una estancia pequeña, sufriendo, sudando y quebrándose las neuronas en sacar algo bueno más de dos décadas después de haber seguido cada uno por su lado. ¿Cómo no respetar eso si es la esencia del arte en el que yo creo?
Para los amigos de las bandas extremeñas, enlaces de la banda.
Email: arkada.banda@hotmail.com
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