“Depredador” fue un éxito a mediados de los ochenta. Una cinta de acción con un Schwarzennegger en su mejor momento y dirigida por todo un especialista como John mc Tiernan. Una lucha sin cuartel entre un grupo de marines y un sádico extraterrestre casi invencible. Su monumental taquilla hizo que se rodasen varias cintas más, sin llegar a los límites artísticos y de recaudación de la original. Una franquicia por donde han pasado Danny Glover o Adrian Brody y donde se ha hecho luchar al “Predator” con otra criatura aterradora como Alien (¡y en dos ocasiones!).
Ahora, en modo “reboot” o “precuela”, nos llevan a las grandes llanuras norteamericanas en pleno siglo XVIII consiguiendo unir a los indios contra la bestia del espacio exterior. “A priori” tan desquiciado argumento puede funcionar con cierta dosis de humor y un ritmo acertado. Lo segundo se cumple en algunos momentos pero de lo primero no hay nada de nada. Es verdad, que su director Dan Trachtenberg, quien debutó en el cine con la estupenda “Calle Cloverfield 10”, se esmera en dar un acabado formal brillante y dotar a sus secuencias de un tono potente que nos mantenga en tensión. Sin duda es lo mejor del filme pero con una propuesta narrativa tan precaria es complicado elevar el resultado final.
Casi todo en este “Predator: la presa” es inverosímil, más fruto de englobar en la poco más de hora y media de metraje todos los clichés del argumentario progresista actual: Lo que tenemos aquí es una joven comanche que se empodera no haciendo caso a los roles de género de su tribu. Por supuesto, a pesar de su menuda constitución física es capaz de derrotar a cualquiera en combate, es letal con las armas, sabe de medicina y es más inteligente que cualquier miembro de su clan. Con esas características se puede ser arrogante y pendenciera sin que nadie ose toserle (total, siempre va a tener razón). Así, podemos contemplar con estupor como es capaz de llevar una lucha cuerpo a cuerpo con un puma, un oso o el “Depredador”. De hecho, todos sabemos desde la primera secuencia que el cazador no es rival ante la astuta comanche. Para remate, los malvados en esta ocasión son franceses (algo que apuntala con más frecuencia el cine estadounidense librando de la esclavitud o el genocidio a los británicos y acrecentando la “leyenda negra” a españoles, ahora galos y portugueses).
Para colmo, a pesar de ser producción de Fox los efectos especiales son mediocres (sobre todo en los movimientos de los animales salvajes) aunque algo mejores en las carnicerías del “Depredador” que mantiene su colección de objetos letales y su obsesión por el “gore”. Frente a él, el protagonismo es para la actriz Amber Midthunder y para unos paisajes fotografiados con gusto por Jeff Cutter. Poco más, merced al mediocre guion de Patrick Aison que tarda en arrancar pues la primera parte es la chica luchando por encajar en ese mundo de hombres, luego sus pruebas de supervivencia en el bosque para comenzar la cacería humana bien avanzada la trama y situando a los malvados europeos casi como un “deus ex machina” o un añadido para poder seguir cobrando víctimas.
“Predator: la presa” no llega a las cotas del primer largometraje, ni siquiera vale como broma como otros títulos de la saga. Es el problema cuando no tienes una propuesta llamativa y para colmo se intenta pasar por título serio. No cae en la comedia involuntaria pero casi. Y es una pena pues se atisba el talento de Dan Trachtenberg en algunos pasajes. Por desgracia son los menos y queda lejos de su “opera prima”.
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