Los arquetipos tienen cosas buenas y cosas malas. Si tenemos que definir a Slipknot con una palabra sería seguramente «enmascarados». Como Dekta, banda barcelonesa con cinco tipos anónimos, llevan unas máscaras que recuerdan vagamente a la de Jim Root y Corey Taylor, guitarrista y voceras de los de Iowa, la asociación de ideas es inmediata. Además, son asociados de Asaltomata Radio Rock y mi compadre Santi Pekeño Ternasko, así que, si Slipknot me mola y la conciencia rockera también me mola, ¿cómo no pegarles una escuchada en condiciones? Un, dos, tres… ¡Dekta!
When everything burns. Una caja y un punteo maníaco de guitarra nos dan la bienvenida a un mundo oscuro que se vuelve brutal cuando entran las voces en un mantra inicial. En un parpadeo, todo estalla, con una guitarra que suena como una sirena contra incendios tras el primer When everything burns de Cubitus. La otra guitarra ha creado con el bajo y el juego de bombo y caja de la batería una amalgama en la que se me van las cervicales. Han planteado la canción en dos tempos, combinando los riffs poderosos y una batería a lo Joey Jordison con frenazos de decibelios, que hacen que cada vez que lanzan el estribillo se me ericen los pelillos de la nuca.
Forgotten Innocence. Momento Daron Malakian en Aerials, de System of a Down. Tienen esa combinación con y sin distorsión que crea un ambiente de película de terror, en plan matanzas en un sótano, de esas que podría dirigir Rob Zombie. Cuando la batería se pone seria, sobre todo con el doble bombo, entran en una espiral filosa que me recuerdan a Vendetta, una de las mejores canciones de Slipknot en general, y del All hope is gone en particular, injustamente olvidada. A medida que entramos en el estribillo nos encontramos un gran contraste: voz principal casi gutural y unos coros que parecen venir de la sala de al lado, agudos, como si los hubieran gritado con sus últimas energías. Un ingrediente importante en esta banda: aceleran, meten doble bombo y distorsión para luego pegar un frenazo, una breve inserción melódica, que les ayuda a golpear de nuevo con más fuerza cuando entran los riffs. Deformación profesional, siempre me da rabia cuando el bajo está sepultado en la distorsión, pero Dekta consiguen mantenerlo a flote, en la sala de máquinas de cada estrofa.
These Walls. No es una balada, es un medio tempo, pero tan cañero que es como ver una columna de lava descender una colina. Es su Dead memories. La batería ha pasado de ametralladora de doble bombo a algo más monolítico, que le da un aura Deftones en Be Quiet And Drive (Far Away), aún con un aura más tranquila. Ese These walls se vocea casi con pena, pero, al entrar las estrofas, las guitarras se dejan de minucias y entran en un machaqueo rápido. Otra vez esos cambios de tempo, marcadísimos en las seis cuerdas, de riffs quemapúas en las estrofas a un punteo lento en los estribillos. Se pega, esta canción es comercial. Si llamas a Corey Taylor, te dice: «¿De qué disco es ésta?».
All I Want. Giro hacia el hardcore, como por ejemplo Libertad, de mis coleguis yeclanos Knibal en su reciente Tripolar. Me flipa Rust y su encaje de bolillos bombo-caja, rapidísimo, subrayando los riffs de las guitarras, un encaje perfecto que da, como un turbo, un extra de potencia, de pegada, al sonido de la banda. En el estribillo bajan las revoluciones, sobre todo la parte percusiva. Ojo, baja de revoluciones, que no de intensidad. Todo pasa a pegar trallazos a los platos para reforzar ese estribillo breve, casi de mantra, que también es una seña de identidad, frases cortas, bien trenzadas, que las hacen accesibles a pesar de la barrera idiomática.
We Belong. Los compases iniciales tienen algo que me trae a la memoria Demons&Wizards, un proyecto paralelo del líder de Blind Guardián con el de Iced Earth, que no hace mucho que se ha ido al carajo porque éste último fue de los abollados que invadieron el capitolio con el hombre-bisonte. Pajaradas político-sociales aparte, el bajo tiene su gran momento, entre el riff casi de metal industrial de las guitarras y el doble bombo desbocado de Rust. Billy, como Paul Grey en Slipknot, suele ser el gran sacrificado, pero si le apagas el ampli, de repente de das cuenta de que algo no funciona, de que ha dejado de ser una banda para ser unos cuantos instrumentos que pelean por solaparse unos a otros. Me gustan los cambios de tempo en el guitarreo, y me gustan los crujidos del bajo entre los punteos. Las estrofas tienen un aire al puente de Loneliest day, de System of a Down. El puente es un guiño al hard rock, pero con un poco de nu metal. Con un bajo imperial, las guitarras están punteando tranquilas, como en los primeros compases de Psychosocial.
Amandla! Awethu! Un poso de Disturbed en los compases iniciales, que acaban convertidos en un caballo pura sangre esprintando. La batería ha sacrificado florituras y se ha convertido en un motor de locomotora, lo que ayuda a crear un aura potente y monolítico en la parte instrumental, que, al unirse a una voz gutural, forman una mezcla áspera y dura.
You Are Gone. Guiños al thrash metal de los vitorianos S.A. en Ratas, que ya tiene unos años, pero me sigue sonando de puta madre, como cuando lo estrené en casete. Randy y Lester disfrutan de esa especie de círculo vicioso en el que se han enredado las guitarras, con el bajo yendo de traste a traste mientras la batería parece aguardar para estallar. Las voces toman un cariz melódico, que estalla con rabia en los estribillos. Casi puedes ver el trastero pequeño y apestoso donde fue compuesta, con cinco tipos sacando lo que les queda en las tripas bajo una luz estroboscópica para sacar lo mejor de su arte.
Untrully Savior. De nuevo un viraje a los Disturbed del Indestructible, que en las estrofas se acercan a los Korn del Freak on a Leash. Los coros en los estribillos vuelven a crear ese aura de peli de Rob Zombie, a la que también podría poner la banda sonora, sólo hay que oír Dragula.
Dived. Esto sí que es una incursión en el nu metal primigenio, entre los Crazytown (vale, me he columpiado un poco, pero hay similitudes entre Butterfly y el bajo que está comenzando el tema), los Limp Bizkit o los Korn, cogiendo elementos del rap y haciendo filigranas con el bajo. Por encima, la forma de cantar de Cubitus recuerda a Chino Moreno, de Deftones. Cuando entran las guitarras, no dejan esa aura rap-metal, porque el eje de la canción es el bajo, y está muy bien parapetado en ese estilo. Se va creando un aura onírica que avanza a ojos vista con el paso de los minutos, una especie de fundido a negro paulatino que nos deja con la sensación de orfandad propia de los grandes discos, con esas ganas de más que parecen corroernos.
Si te molan los mendas enmascarados que hacen satanic metal, enlaces de la banda.
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