El argumento de “Cásate conmigo” recuerda bastante al de la estupenda “Notting Hill”. Aquí tenemos a una superestrella de la canción que en al descubrir que su célebre prometido le ha engañado, se casa con un espectador de uno de sus conciertos en un arranque irresponsable. El tipo en cuestión es un humilde profesor de matemáticas, no acostumbrado al hilo de la fama y que lo hace para ayudar a una mujer que nota desesperada. La inverosímil premisa avanza con la imposibilidad de esos mundos contrapuestos que complican el romance que se va produciendo entre la diva y el maestro. Algo similar con lo que sucedía en la película de Roger Michell con la famosa actriz y el pobre librero que interpretaban Julia Roberts y Hugh Grant.
El asunto es que el guion de Richard Curtis era portentoso mezclando romance y comedia a partes iguales, con multitud de alivios cómicos, situaciones divertidas y un reparto con química que aportaba peso a la narración, tanto de secundarios como los protagonistas. Ahí se acaban las coincidencias pues todo lo que en el largometraje británico funcionaba aquí naufraga pues los tres guionistas quedan a eones de lo escrito por Richard Curtis pues todo el libreto se centra en el inexplicable romance y los buenos sentimientos sin la menor nota de humor e ironía en las más de hora y tres cuartos de metraje, junto a unos secundarios mejorables y sin “chispa” encabezados por hija menor repelente, una amiga excesiva pero sin mordiente y John Bradley cuyos méritos como actor se quedaron en su personaje de “Juego de tronos”. Todo se basa en una Jennifer Lopez que decide convertirse en la estrella absoluta (para algo también es la productora), luciendo espectaculares modelos y demostrando sus virtudes con el baile y sus populares melodías que a buen seguro le permiten importantes réditos económicos con los discos. Ella aparece en casi todas las secuencias y sabiendo sus limitaciones como actriz y para evitar que el más dotado para la comedia Owen Wilson le eclipse, le mantiene en un tono melancólico y nostálgico en todo momento, sin ningún atisbo que demuestre su capacidad como actor, lo cual consigue que apenas haya química entre la pareja. Y parea remate de hieratismo y pocos recursos interpretativos tenemos al famoso “reguetonero” Maluma en su nada impactante debut en pantalla grande.
Nada debe ensombrecer la alargada figura de JLo. Y en eso también cuenta la dirección de Kat Coiro, centrada en ofrecer los mejores planos de la cantante estadounidense de origen portorriqueño. No hay un solo plano o secuencia destacada y si volvemos a comparar con “Nothing Hill” recordamos ese maravilloso plano secuencia de las estaciones pasando por el mercadillo del barrio londinense que acaba convertido en un personaje más. Aquí a pesar de que estamos en Nueva York y la celebridad viaja por París o Londres todo da igual y las ciudades carecen de interés, lo cual hay que reconocer que tiene delito. Todo queda supeditado a los números musicales y a demostrar los buenos sentimientos de la cantautora, cosa que si exploramos y rascamos algo la superficie queda claro que no lo es, pues ella anula a cualquiera que se encuentre cerca en lo que en psicología se denomina trastorno narcisista que hace que todos pierdan cualquier mínimo de identidad ante ella aunque sea en su baile de fin de curso o preparando la olimpiada de matemáticas. Ella siempre tiene que ofrecer una canción o baile que les enriquezca como personas o les otorgue seguridad y confianza en sí mismos.
“Cásate conmigo” es un vehículo de lucimiento para Jennifer Lopez, sin más interés que la figura de la nueve veces nominada al Razzie (en su descargo también ha sido nominada dos veces al Globo de Oro) y que demuestra que de buenas intenciones están los cementerios llenos pues al largometraje le falta mordiente, ironía y un guion bien escrito, junto a una dirección eficiente. En definitiva…talento.
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