Harry Morgan tiene una lancha, está casado y tiene tres hijas. Vive en Cayo Hueso (Florida) y se dedica a llevar a ricachones en su barca para pescar. Su último cliente lo tuvo un mes liado y se largó por sorpresa sin pagarle, lo que le deja bastante tieso y necesitado. A partir de ahí tiene que negociar y aceptar propuestas que anteriormente no habría aprobado, pues Harry, pese a ser un tipo duro y curtido, es honesto, íntegro y fiable… hasta cierto punto.

LIBRO

Harry accede a llevar a unos chinos ilegales desde Cuba hasta Florida, pero la cosa se tuerce y acaba matando al Sr. Sing, que había organizado el transporte, devuelve la mercancía a la costa cubana y se queda con el dinero. Es este uno de los puntos donde Hemingway empieza a torcer el duro caparazón de racionalidad que impregna a Harry. Su segundo de a bordo, Eddy Marshall, un borracho descalabrado que apenas saca algo para tomarse unos tragos y seguir en el sueño de Morfeo, es el primero en darse cuenta.

Harry pasa a ser contrabandista entre Cuba y la costa de Florida, ganándose la vida llevando alcohol desde la isla caribeña hasta el sur de los Estados Unidos, donde todavía impera la Ley Seca. En uno de esos viajes, Harry se topa con dificultades imprevistas y, tanto él como su ayudante, en este caso un compadre de color, son heridos.

Es denunciado, pierde la lancha e incluso el brazo herido, pero Harry consiente en llevar a cuatro cubanos desconocidos desde Cabo Hueso hasta Cuba. Tan solo tiene que estar disponible y encontrar una lancha para el transporte. Harry echa mano de otro de los desarraigados que pululan por allí, Albert Tracy, porque necesita dinero, pero todo huele mal y tiene pinta de complicarse. A Harry no le falla el olfato y los cubanos matan a Albert y, a punta de pistola, le obligan a llevarles a Cuba. Harry estaba preparado y había escondido un fusil en la lancha y, entablando conversación con uno de los fugados, se entera que han robado un banco y se llevan el dinero para financiar una organización revolucionaria. Finalmente Harry los mata y, aunque le pegan un tiro en el estómago que le deja al borde de la muerte, lo acaban encontrando y llevándolo de vuelta. Pese a ello, Harry termina muriendo en el hospital.

Ernest Hemingway traza una muestra muy diversa y colorida del panorama local, mostrando caracteres muy opuestos y situaciones que marcan mucho la personalidad de los protagonistas. La novela es, en muchos momentos, de fácil lectura, incluso adictivo por la atractiva personalidad del personaje de Harry Morgan. Los monólogos introspectivos de Eddy, Albert o María, la esposa de Harry, muestran la mano de un novelista experimentado y talentoso, pero no deberíamos considerar “Tener y no Tener” como un referente de su autor, ni siquiera como una gran obra en sí misma. Es uno de esos casos donde la adaptación cinematográfica mejora exponencialmente el original literario.

PELÍCULA

Howard Hawks y Ernest Hemingway mantuvieron una apuesta en la que el primero afirmaba que de la peor novela del segundo podría hacer una buena película. En las manos de la Warner Bros., Hawks encarga la adaptación del guión a Jules Furthman y a William Faulkner, y se aprovecha del enorme talento musical de Franz Waxman y de la espléndida fotografía en blanco y negro de Sid Hickox para convertir una aceptable novelita de aventuras desencantadas e irónicas en una de las mejores obras de la historia del cine negro, tan en boga en los años 40 en Hollywood.

La acción se sitúa en la Isla Martinica, verano de 1940, poco después de la caída de Francia ante los nazis, un cambio muy grande y muy acertado respecto a la novela de Hemingway. La presentación de los actores es maravillosa, cuando el capitán Harry Morgan (Humphrey Bogart) y Eddie salen al mar con el Sr. Johnson (turista americano que les ha contratado) para intentar pescar algún pez espada. Harry ni está casado ni tiene familia ni tiene razón alguna para estar atado a ningún sitio, extendiendo el carácter heroico, desilusionado y escéptico de tipo duro con corazón bueno del personaje que le ha perpetuado en la leyenda del cine mundial, el Rick Blaine de Casablanca. Los fabulosos diálogos entre Harry y Eddie en esa primera salida marina ya marcan a fuego el carácter de cada uno de ellos y la estrecha y fiel amistad entre ellos.

Finalmente, el Sr. Johnson decide dejarlo y, al volver al hotel, queda con Harry al día siguiente para pagarle los 825$ que le debe. Al llegar al hotel, el dueño, que es amigo de Harry, le propone un negocio peligroso de contrabando de personas, en este caso de franceses libres fieles a la República que son perseguidos por la Policía Nacional en manos del Gobierno colaboracionista de Vichy. Harry le dice que no le interesa y sube a su habitación donde disfrutamos de una de las apariciones más extraordinarias del género cinematográfico, la presentación de Lauren Bacall a la puerta de Bogart pidiéndole fuego. Pocas veces hemos visto encender un cigarrillo de forma tan sensual y marcar tu llegada al mundo del cine con una escena con tanta clase.

Slim (Lauren Bacall) está en  el salón con el Sr. Johnson, canta una canción y desaparece, pero Harry le sigue porque ha robado la cartera del americano. Así descubre que pensaba largarse a primera hora de la mañana sin pagarle, pero en ese momento llegan los franceses libres en persona para tratar de convencer a Harry. Vuelve a negarse y bajan a devolver la cartera a Johnson, pero al irse los miembros de la resistencia llega la policía y se monta un tiroteo donde muere Johnson, por lo que Harry pierde todo el dinero que debía cobrar.

Tras un interrogatorio, en el que Dan Seymour da una lección de sarcasmo y amenazas encubiertas, Slim y Harry mantienen otro de esos diálogos que elevan el valor de esta película. Él la llama “flaca” y ella le llama “Steve” y quiere que vuelva a su casa en EE.UU. Como no tiene dinero para ello, Harry cambia de idea y decide aceptar la oferta de los contrabandistas. Ella le besa y pretende quedarse con él.

Aquí hay que resaltar un par de frases que han pasado a la historia. Lauren Bacall le dice a Humphrey Bogart: “conmigo no tienes que fingir, si me necesitas silba. ¿Sabes silbar, no? Solo tienes que juntar los labios y soplar”. Puro magnetismo y sexualidad. Otra de las frases extraordinarias caen en la voz de Bogey, cuando le dice a Bacall: “Date una vuelta alrededor mío, ¿ves alguna cuerda?” y ella le contesta “todavía no”. Cómo el carisma, la personalidad y las chispas que saltan entre dos actores en estado de gracia consiguen que un guión sobresaliente pase a la memorabilia cultural a nivel mundial.

El desarrollo de la trama y la construcción de los personajes van cerrando el círculo, convirtiendo al desilusionado Harry, al borrachín Eddie, a la aventurera buscavidas Slim y al claro mensaje político, en un hito en la filmografía de Howard Hawks como director, de Humphrey Bogart y Lauren Bacall como actores, y de Furthman y Faulkner como guionistas. Si añadimos la nota humorísticamente triste de Walter Brennan como Eddie o la crueldad enmascaradamente cínica de Dan Seymour como el Capitán Renard, así como las múltiples facilidades comparativas hacia otros grandes clásicos de la época como Casablanca o Sólo los ángeles tienen alas, nos dejan una obra maestra de visión ineludible y de memoria inevitablemente permanente.

by: Eduardo Garrido

by: Eduardo Garrido

Roquero, cinéfilo, lector empedernido que estudió Derecho para trabajar en una biblioteca y disponer de pelis, discos y libros a mano

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