¿Cuál es el precio de la libertad?. ¿Qué representa realmente esta?. ¿Cuánto debemos sacrificar por un orden social?. ¿Qué precio debemos de pagar por nuestro bienestar?. El Siglo XX fue el de las grandes guerras, el de la sangre derramada por todos y cada uno de los rincones de los planetas, el Siglo XXI será el que perdió la alegría de las calles, la vida contada desde el asfalto como vivencias a base de caricias y golpes, de risas y llantos a la puerta de un bar. Quizás por eso, este «Back alley Beats» de Speakeasy Street me produce nostalgia a la vez que me transmite energía vital. La música de Speakeasy Streets es una celebración de vida en todas sus facetas con la música como receta natural que me transporta a noches en la que vagaba por las calles, hombro con hombro, labios contra labios. Speakeasy Streets se forman en New York, la ciudad más cosmopolita del mundo y le hace honores con una formación en la que conviven distintas nacionalidades. Siete músicos que no dudan en mezclar ritmos con sapiencia, dando cancha al jazz, swing y hip hop, forjando lo que en ese preciso momento la inspiración del momento haya florecido en la composición de la canción que suena en ese preciso instante en tu reproductor.
El swing de «Speaky song» abre el disco, trasladándonos a cualquier garito de jazz de la Gran Manzana a la vez que nos lleva de vuelta a los barrios con el hip hop y la aceleración del ska, mezclándose en un crisol multicolor. «Don’t wither» vuelve a presumir de mezcolanza con su ritmo que recuerda a principios del Siglo pasado musicalmente mientras que las melodías vocales si dibujan texturas más actuales, resaltando ese espíritu urbano que atesoran. Comienza a sonar «Circus» y a mi cabeza viene «La feria de las tinieblas» de Ray Bradbury mientras las estrofas rapean continuamente e incluso nos introducimos en un extraño pasaje psicodélico durante unos instantes. «Sweet deceit» se centra en el swing, invitándote a bailar sin parar. Para «Our time» es el hip hop quien toma ventaja, dominando de cabo a rabo con la colaboración de Pedro Erazo (Gogol Bordello) y alternando textos en inglés y español. «I don’t mind» te hace retroceder en el tiempo, incidiendo en su ritmo bailable y un swing muy festivo. «Niptickin» juega muy bien con el intercambio vocal, las líneas melódicas y las más abruptas. «All dat jazz» y «IV» cierran un disco donde el jazz/swing y el hip hop conviven de forma natural y maestra, dejando a las claras uno de esos discos que cuando terminan, sabes que te han convencido para la causa.
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