Llegamos al poema número 87 de Las Flores del Mal. Y en este caso, vemos una descripción minuciosa del astro sol. Una personificación detallada que nos cuenta su función en la vida.
LAS FLORES DEL MAL – CHARLES BAUDELAIRE
LE SOLEIL
Le long du vieux faubourg, où pendent aux masures
Les persiennes, abri des secrètes luxures,
Quand le soleil cruel frappe à traits redoublés
Sur la ville et les champs, sur les toits et les blés,
Je vais m’exercer seul à ma fantasque escrime,
Flairant dans tous les coins les hasards de la rime,
Trébuchant sur les mots comme sur les pavés,
Heurtant parfois des vers depuis longtemps rêvés.
Ce père nourricier, ennemi des chloroses,
Éveille dans les champs les vers comme les roses ;
Il fait s’évaporer les soucis vers le ciel,
Et remplit les cerveaux et les ruches de miel.
C’est lui qui rajeunit les porteurs de béquilles
Et les rend gais et doux comme des jeunes filles,
Et commande aux moissons de croître et de mûrir
Dans le cœur immortel qui toujours veut fleurir !
Quand, ainsi qu’un poëte, il descend dans les villes,
Il ennoblit le sort des choses les plus viles,
Et s’introduit en roi, sans bruit et sans valets,
Dans tous les hôpitaux et dans tous les palais.
EL SOL
A lo largo del viejo barrio, donde cuelgan de las casuchas
las persianas, refugio de la secreta lujuria,
cuando el sol cruel golpee con redobladas pinceladas
sobre la ciudad y los campos, sobre los tejados y el trigo,
practicaré solo con mi caprichosa esgrima,
olfateando en todos los rincones las posibilidades de la rima,
tropezando en las palabras como en los adoquines,
chocándome a veces con versos desde hace tiempo soñados.
Este padre adoptivo, enemigo de las clorosis,
despierta en los campos esos versos como rosas;
hace que las preocupaciones se evaporen hacia el cielo,
y rellena los cerebros y colmenas de miel.
Es él quien rejuvenece a los que llevan muletas
y los vuelve felices y amables como niñas,
y ordena a la cosecha que crezca y madure
en el corazón inmortal ¡que siempre quiere florecer!
Cuando, igual que un poeta, desciende a las ciudades,
ennoblece el destino de las cosas más viles,
y se introduce como rey, sin ruido ni sirvientes,
en todos los hospitales y palacios.
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