Me ha apetecido poner hoy un poema de Derek Walcott. Un poeta que construye sus poemas con imágenes de la naturaleza. Algo que aporta frescor en su lectura. Está claro que ese verano inolvidable es en el que se sujetan los poetas una vez empieza su andadura por terrenos inexplorados. El poema de hoy se titula Mañana, mañana. Un bonito texto descriptivo que mezcla lo concreto con la inquietud en el presente.
Tomorrow, tomorrow
I remember the cities I have never seen
exactly. Silver-veined Venice, Leningrad
with its toffee-twisted minarets. Paris. Soon
the Impressionists will be making sunshine out of shade.
Oh! and the uncoiling cobra alleys of Hyderabad.
To have loved one horizon is insularity;
it blindfolds vision, it narrows experience.
The spirit is willing, but the mind is dirty.
The flesh wastes itself under crumb-sprinkled linens,
widening the Weltanschauung with magazines.
A world’s outside the door, but how upsetting
to stand by your bags on a cold step as dawn
roses the brickwork and before you start regretting,
your taxi’s coming with one beep of its horn,
sidling to the curb like a hearse — so you get in.
Mañana, mañana
Recuerdo las ciudades que nunca he visto
con exactitud. Las plateadas venas de Venecia, Leningrado
con sus minaretes de caramelo retorcido. París. Pronto
los impresionistas harán salir el sol de la sombra.
Oh! y las callejuelas de Hyderabad como desenrrolladas cobras.
Haber amado un horizonte es insularidad;
se venda uno los ojos, se estrecha la experiencia.
El espíritu es voluntarioso, pero la mente es sucia.
La carne se consume a sí misma bajo sábanas rociadas de migas,
ensanchando la Cosmovisión con revistas.
Hay un mundo tras la puerta, pero qué inquietante
quedarse junto a tu equipaje en un frío escalón cuando amanece
rosada la fábrica y antes de empezar a lamentarlo,
tu taxi llega con un pitido de su bocina,
furtivamente hasta la acera como un coche fúnebre—y te subes.
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