“La maldición de las brujas” fue el último trabajo importante de Nicolas Roeg, un director británico cuyo mejor momento se da en los setenta como un correcto thriller con Julie Christie y Donald Sutherland como “Amenaza en la sombra” y tres obras experimentales y atrayentes, con tres estrellas de la música como la lisérgica “Performance” con Mick Jagger, la extraña “El hombre que cayó a la Tierra” con David Bowie y “Contratiempo” de con Art Garfunkel. En principio, nada tendría que ver una cinta familiar pensada para todos los públicos y basada en la novela corta (no tiene más de cien páginas) de Roald Dahl. El caso es que la cinta fue transgresora en su tiempo, pues más de un miembro de ese público infantil a quien iba dirigida todavía debe tener pesadillas con la horrible Anjelica Huston de Gran Bruja, algo que los tiempos han cambiado y ahora esa pequeña audiencia está acostumbrada a estímulos bastante más fuertes pero en 1990 no era lo habitual, por lo que a pesar de ser un vehículo de entretenimiento familiar y sus virtudes, que las había, el film fracasó en taquilla.
Treinta años después, se vuelve a retomar el clásico de Dahl, un autor que suele funcionar bien en cine, consiguiendo buenos réditos económicos para las productoras, sólo tenemos que pensar en “Matilda” o “Charlie y la fábrica de chocolate”, gracias a su fino humor y su perfecta dosis de acción, cierta truculencia y moralina que entroncan al autor con los fabulistas del XIX, tipo Perrault, los Grimm o Andersen, cuyas historias era normal que asustasen a los menores, no desobedeciendo a los adultos o no fiándose de extraños. “Las brujas” cumple esa función, con un huérfano criado por su abuela que acaba inmerso en una convención de brujas, seres infernales sin compasión que lo único que desean es exterminar a los niños convirtiéndoles en ratones u otros animales, mediante engaños y ofreciéndoles golosinas.
Para esta nueva aventura se ha contado tras la cámara con, el otrora discípulo aventajado de Spielberg y ganador del Oscar por “Forrest Gump”, Robert Zemeckis, alguien que siempre ha sabido conjugar de forma admirable el entretenimiento de masas con los efectos visuales aunque su figura ha decaído, como también lo ha hecho una época, y sus últimos trabajos no tienen la relevancia de antaño (de hecho, su anterior e interesante “Bienvenidos a Marwen” apenas tuvo repercusión). Con “Las brujas” opta por un destino más seguro pues en casi todo el mundo se estrena directamente en una plataforma televisiva y España es de los pocos lugares donde llega a las salas. Lo cual nos alegra y congratula, pues Zemeckis merece un reconocimiento como parte de la historia del cine. “Las brujas” no es, ni mucho menos, uno de sus mejores trabajos, lejos de “Regreso al futuro”, “¿Quién engaño a Roger Rabbitt?” o “Naúfrago” pero es un producto divertido que nos hace pasar un buen rato, mejora el final de la anterior película y combina bien el humor con situaciones de cierta atrocidad, lo que la emparentaría con otro “divertimento” irregular pero entretenido como “La muerte os sienta tan bien”. Lo que sucede entre ambas, es que la cinta noventera con Bruce Willis, Goldie Hawn y Meryl Streep contaba con unos efectos visuales entonces revolucionarios y “Las brujas” adolece de esa calidad, lo cual sorprende en un largometraje de Zemeckis, pues en algunos momentos son demasiado evidentes los CGI. Eso y la “cargante” voz de Chris Rock en su versión original son lo peor, aunque en las interpretaciones funcionan bien los niños, y el “tragón” infante inglés sirve de alivio cómico como sucedía con el “engullesalchichas” alemán de “Charlie y la fábrica de chocolate”, como es en algunos momentos “descacharrante” la auto paródica interpretación de Anne Hathaway, aunque, todo sea dicho, impresiona menos que Anjelica Huston y la siempre eficaz Octavia Spencer. Nos gusta volver a escuchar una banda sonora de Alan Silvestri, cuyos mejores trabajos han sido para Zemeckis o disfrutar de la clásica fotografía de Don Burgess, junto a un hotel, en este caso, con una decoración, ambientación y escenografía. “Las brujas” tiene defectos. Muchos pero es una forma perfecta para pasar un buen rato, un pasatiempo perfecto que además se puede disfrutar con hijos, sobrinos, nietos o cualquier chaval que además aprenderán ciertas lecciones, aprendiendo a gestionar sus miedos. Y eso lo recordarán siempre.
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