Está claro que nuestro poeta ejercía de cronista de todas las fases del ser en el hombre. Y si en el anterior poema de Las Flores del Mal, suponíamos esa muerte metafísica, en este poema de hoy titulado El muerto jubiloso, queda patente este hecho. Una entrada en este estadio con una disponibilidad positiva a pesar de las circunstancias. Como si Baudelaire añorase sentir el dolor para seguir mirando el mundo, antes que quedarse inerte para siempre.
LE MORT JOYEUX
Dans une terre grasse et pleine d’escargots
Je veux creuser moi-même une fosse profonde,
Où je puisse à loisir étaler mes vieux os
Et dormir dans l’oubli comme un requin dans l’onde.
Je hais les testaments et je hais les tombeaux ;
Plutôt que d’implorer une larme du monde,
Vivant, j’aimerais mieux inviter les corbeaux
À saigner tous les bouts de ma carcasse immonde.
Ô vers ! noirs compagnons sans oreille et sans yeux,
Voyez venir à vous un mort libre et joyeux ;
Philosophes viveurs, fils de la pourriture,
À travers ma ruine allez donc sans remords,
Et dites-moi s’il est encor quelque torture
Pour ce vieux corps sans âme et mort parmi les morts !
EL MUERTO JUBILOSO
En una tierra aceitosa y llena de caracoles
quiero cavar yo mismo una fosa profunda,
donde pueda a mi antojo esparcir mis viejos huesos
y dormir en el olvido como un tiburón en las aguas.
Odio las últimas voluntades y odio las tumbas;
antes que implorar una lágrima del mundo,
vivo, preferiría mejor invitar a los cuervos
a sangrar todos los pedazos de mi cadáver inmundo.
¡Ah gusanos! negros compañeros sin orejas ni ojos,
ved llegar a vosotros a un muerto disponible y jubiloso;
filósofos vividores, hijos de la podredumbre,
a través de mi ruina id, pues, sin remordimientos
y decidme si todavía hay algo de tortura
para este viejo cuerpo sin alma y muerto entre los muertos.
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