Lo mejor que tiene reseñar discos, por lo menos para mí, es la gente que se conoce. Eso de ir a currar con los cascos echando fuego y cara de apamplado y que un coche pite como si viniera el apocalipsis, solamente para darme con la mano y desearme que me sea leve, no tiene precio. Entre la gente buena e interesante que se conoce, hay dos tipos que me sirven de termómetro: Marcelo, de Bicho*Z, y Julio, de Cuarentena. Si no conozco a una banda, su obra o a nivel personal, me fío de lo que digan cualquiera de estos dos. Así que cuando Julio me dijo: “viene una banda vasca que vas a flipar” ni me lo pensé. Y son una salvajada. Un, dos, tres… ¡Riff Truckers!

[divider]OVER THE EDGE[/divider]

 

For Tommy. Un poquito de guitarra slide, y se lanza una guitarra cíclica, entre los Vaughan y Mark Collie en In time. Osman entra en acción. De oído me cuesta coscarme de lo que dice, pero al tener la letra delante… pura delicia. Y en el momento que brama sobre this fucking system… ¡a saltar! Con el slide paseando entre voces y guitarra-bajo. Rip the system! Fuck the system! And fight against their twisted plan. Gran mensaje, pero el disco no le hace justicia. No porque el estudio sea malo, si no porque el rollo que se crea en un directo no se puede emular en una grabación. Es como intentar sacar una foto de Kthulu, que ni desde el espacio lo abarcas por completo. Osman, con un gesto con la mano, había puesto el Stereo patas arriba. Que se lo pregunten a Sixto, de Cuarentena, las risas y los botes que pegamos.

Over the Edge. Sistema MetallicA, la segunda canción da nombre al disco. Sabor a ZZ Top pero con uno de esos trailer Mack y sus imponentes morros atravesando la ruta 66. Esa batería sabe lo que se hace y Gotzon (un espectáculo en directo, un fuera de serie) nos da una muestra de su capacidad a las seis cuerdas. Le sacaría un punteo al tallo de una cebolla. Las guitarras, en el estribillo, se vuelven más rockeras, más distorsión, como The Who pero más grave, más pesado, sin llegar a Balck Sabbath o Diamond Head. Momento No more Joe! ¡Qué pedazo de punteo! Para desembocar en esas guitarras rockeras mientras Osman recita los mantras del tema.

 

 

Tears in the dust. La baladita en medio. Cuando vinieron en Logroño se la dedicaban entre ellos por una buena razón, y lo cierto (y es difícil) es que en directo también gana intensidad, gana capacidad de emocionar. Las guitarras me recuerdan a Fue 24 de diciembre… ¿y qué?, de La venganza de la abuela, uno de los proyectos paralelos de El Drogas (don Enrique ahora) mientras militaba en los inmortales Barricada. Mientras el Drogas apostaba por un estribillo cargado de rabia, The Riff Tuckers no pierden esa aura de desesperación, apoyada por los platos generosos en la batería. Hasta el propio Osman se sentaba en el bombo y cantaba mirando al suelo (el que no haya vivido algo así en la puerta de Urgencias o en la entrada de un hospital, no va a entender por qué he dicho “desesperación” y no otra palabra).

You. Entra una guitarra que es la versión rock de raíces del Boom de los P.O.D., una batería sin grandes alardes pero que marca perfectamente el ritmo al que debemos bailar (o hacer el tonto, en mi caso). Esa parada instrumental, sólo Osman voceando un Please lighten my life, momento Morrison: C’mon baby light my fire, nos da una entrada de bajo (he hablado poco de él y la guitarra rítmica, pero es difícil desentrañar las labores oscuras, de sala de máquinas, en una banda tan compacta como ésta) efectiva. Sin grandes alardes ni solos de veinte minutos, hace su función entretejido entre percusiones y guitarras para convertir The Riff Truckers en el alma de la fiesta. Si tengo que elegir algo de este disco (muy complicado quedarse con un momento concreto en un disco o un directo tan completos) es el último minuto de esta canción. Vale que para los que tenemos el oído un poco duro con el gomaespuminglish es muy jodido cantar a la velocidad que lo hace Osman, pero qué bonito es bramar como un hombre lobo aullando a la luna llena ese You! Como si el mundo se fuera a acabar, para ver a Gotzon en un punteazo que parece que le va a dar fuego a la guitarra, a lo Hendrix.

 

 

Marbellyn. Es como si los Cypress Hill de I wanna get high hubieran conocido a los Highway Men de Cash, Kristofferson y compañía. Siempre he sido un convencido de la legalización y la regularización. Hay que sacar cualquier sustancia de la oscuridad, ponerle sistemas de protección para los consumidores y test de calidad (aunque si paquetes de carne se pueden llevar a unos cuantos desgraciados por delante, no sé si merece la pena controlar nada), para que la gente decida sin consumir o no desde la información y la normalización, quitándole el aura de “prohibido”, que creo que es lo que hace el efecto llamada. Este tipo de canciones creo que hacen más labor de concienciación que cualquier charla. Aparte que tener algún punteazo o a estos cinco hechos una locomotora, ayuda.

Veinte minutos de reloj, y es tan denso que parece que llevo horas. Para ir concluyendo: Osman es un liante. Me explico. Sin ser un vocalista extraordinario (no creo que las cuerdas vocales le den para cantar ópera, como a Serj Tankian, por ejemplo), ni ser un Fred Astaire, ni tampoco (sin ofender que ya me estoy viendo apalizado en un descampado) ser un guaperillas de grupo prefabricado, de estos de los ’90 diseñado para que las niñas compren el merchadising, consigue enredarnos a todos. En directo busca (y encuentra) a la gente, nos hace saltar, bailar, hacer el canelo, reírnos, de los de al lado… Osman is the man! Con un sencillo This is old school shit! Nos tiene a todos ganados. Dicho por Noemí (ella y Óscar, de la gente guapa que conoce uno): Van a las fiestas de un pueblo y cuando empiezan no hay nadie. A la segunda canción empieza a venir gente y para las tres o cuatro últimas la gente asomada en los balcones alrededor bailando y aquello a reventar. Me lo creo a pies juntillas. Como todos somos musicólogos expertos y entrenadores de fútbol en barbecho, consejo no pedido: ni discos, ni videoclips, ni hostias. Riff Truckers tiene que invertir en directos. Grabarlos aunque sea con el móvil de la abuela, con el zapatófono de Mortadelo. Lo que transmiten los cinco de Gernika, provincia de Alabama, no se puede reflejar de otra manera, y no estoy seguro que con ese sistema se consiga plasmar lo que hacen.

 

 

Para los que, como yo, están flipando con ellos, podéis curiosear un poco.

Instagram https://www.instagram.com/therifftruckers/?hl=es

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Bandcamp https://therifftruckers.bandcamp.com/

 

 

 

The Riff Truckers – Over the edge

by: Teodoro Balmaseda

by: Teodoro Balmaseda

Escritor de ficción y crítico desde la admiración. Si te gustan mis reseñas, prueba 'Buscando oro' en tu librería o ebook.

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