Vamos con el poema LXI de Las Flores del Mal, la obra de Charles Baudelaire. Un poema dedicado a una dama, como su título indica. Una oda a los encantos de una mujer segura de sí misma. Una mujer que es observada por Baudelaire de manera ávida y temerosa a la vez, debido al desconocimiento del origen de su misteriosa seguridad.
LAS FLORES DEL MAL – CHARLES BAUDELAIRE
À UNE DAME CRÉOLE
Au pays parfumé que le soleil caresse,
J’ai connu, sous un dais d’arbres tout empourprés
Et de palmiers d’où pleut sur les yeux la paresse,
Une dame créole aux charmes ignorés.
Son teint est pâle et chaud ; la brune enchanteresse
A dans le cou des airs noblement maniérés ;
Grande et svelte en marchant comme une chasseresse,
Son sourire est tranquille et ses yeux assurés.
Si vous alliez, Madame, au vrai pays de gloire,
Sur les bords de la Seine ou de la verte Loire,
Belle digne d’orner les antiques manoirs,
Vous feriez, à l’abri des ombreuses retraites,
Germer mille sonnets dans le cœur des poëtes,
Que vos grands yeux rendraient plus soumis que vos noirs.
A UNA DAMA CRIOLLA
En este país fragante que el sol acaricia,
he conocido, bajo un dosel de árboles totalmente enrojecidos
y palmeras de donde llueve en los ojos la pereza,
a una dama criolla con encantos desconocidos.
Su tez es pálida y templada; la morena encantadora
tiene en el cuello unos aires noblemente estudiados;
grande y esbelta caminando como una cazadora,
su sonrisa es tranquila y su mirada segura.
Si fuerais vos, señora, al verdadero país de la gloria,
a orillas del Sena o del verde Loire,
hermosa digna de adornar las antiguas mansiones,
haríais, al amparo de los sombríos retiros,
germinar miles de sonetos en el corazón de los poetas,
a los que vuestros grandes ojos convertirían en más sumisos que vuestros negros.
0 comentarios