Frente a la idea “buenista” de “el buen salvaje” de Rousseau, que tanto ha marcado parte de la filosofía política donde el hombre nace libre pero vive encadenado o la propiedad privada genera violencia se opone el “Homo homine lupus” (el hombre es un lobo para el hombre) de Thomas Hobbes donde el estado natural del humano lleva a una lucha continua contra el prójimo. Esas dos ideas políticas subyacen unidas en esta estupenda distopía dirigida por Galder Gaztelu- Urrutia, que con su “opera prima” ha conseguido, entre otro muchos premios, cuatro galardones en Sitges, incluido el de mejor película, cosa que una cinta española no había logrado en las cincuenta y una ediciones precedentes.
Un híbrido entre terror, ciencia ficción y cine de supervivencia, con una fuerte denuncia social para narrar una historia alambicada pero interesante, donde en una prisión se encuentran dos personas por nivel, con un número indeterminado de niveles. Todos los días se envía una plataforma con comida, donde los primeros van dejando las sobras a los siguientes hasta que se acabe, cambiando cada mes el orden de forma aleatoria, por lo que uno puede estar en los primeros, últimos lugares o en una zona intermedia, lo que conlleva alimentarse mejor o morir de hambre. Una idea original que ofrece todo un “muestrario” de la condición humana; el egoísmo, la avaricia, la lucha de clases, la insatisfacción que lleva al suicidio en las clases acomodadas o la fuerza del estado para controlar a sus súbditos. Y todo narrado en un excelente guion en su idea y bastante bien llevado, aunque sí tiene alguna pequeña laguna que tampoco hace que se resienta la coherencia interna. Además el debutante Galder Gaztelu- Urrutia propone una puesta en escena más que interesante, con la inestimable colaboración en la fotografía de tonos grises de Jon D. Domínguez, que parece sacada de una pesadilla administrativa tipo “El proceso” de Kafka, donde los habitantes de “El hoyo” no saben bien por qué están ahí o bien han elegido vivir un tiempo en ese infierno. La poco más de hora y media de metraje no deja un instante de respiro, con un ritmo endiablado que ofrece lo peor del ser humano y un discurso pesimista donde la administración controla a los ciudadanos y la revolución parece imposible, subrayado por la estimable banda sonora de Aránzazu Calleja, con efectivos “golpes de cuerda” y unos efectos especiales a la altura de producciones con mucho más presupuesto, junto con una dirección de actores contundente y donde todos los intérpretes están sólidos encabezados por un estupendo Ivan Massagué y secundados por Zorion Eguileor, que representa en su sarcasmo el único “alivio cómico”, una recuperada Antonia San Juan y un Emilio Buale que no llegó a cumplir las expectativas generadas con su primer papel en “Bwana” de Imanol Uribe.
Uno de esos largometrajes que estamos seguros que se revalorizará con el tiempo y el “boca a boca”, como sucedió con uno de sus referentes “Cube” de Vincenzo Natali, que se estrenó en un solo cine en versión original subtitulada en Madrid y con el tiempo y el premio de Sitges consiguió el aura de culto con el que se venera hoy, cosa que sucedió con otras cintas como “Mal gusto”, “Sexo, mentiras y cintas de vídeo” o “Reservoir dogs”, con estrenos con pocas copias y en “salas de autor”. Los tiempos han cambiado y “El hoyo” conseguirá el éxito en las plataformas digitales pero le albergamos un buen futuro, como a “Cube” pero también se encuentran otros puntos de conexión con directores que unen ciencia ficción con denuncia social como el sudafricano Neill Blomkamp y la lucha de clases existentes en “Elysium”, el nuevo cine alemán tipo “El experimento” de Oliver Hirschbiegel o “La ola” de Dennis Gansel que nos advierte de los peligros de repetir catástofres o espectáculos de masas como “Los juegos del hambre” o el mismísimo “Gran hermano”.
Una admirable muestra de la proyección del cine de género que se está consiguiendo en la península ibérica de un tiempo a esta parte y que consiguió reunir a un numeroso público en su preestreno en El Puerto de Santa María, merced a los responsables de Insomnia, el festival de cine de terror de esta localidad gaditana, que en el 2020 cumplirán su quinta edición y que han apostado por traer filmes de calidad y que sería imposible ver por estas latitudes de otra forma. Les agradecemos su constancia y su buen tino en la selección de largometrajes.
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