Qué bueno ver a Mr. Kory Clarke pateando culos en estudio. Hay veces que la credibilidad, la perseverancia y la actitud le ganan muchas veces la partida a la pose y a las producciones saturadas de arreglos y soberbia snob y de esto sabe muy mucho nuestro looser favorito, el flamante líder todavía en pleno S. XXI de los Warrior Soul. Todo el mundo sabe que este hombre no ha estado rodeado de pasta y reconocimiento mediático precisamente, quizás cuando lanzó aquella obra maestra, Space Age Playboys (1994) (y que todavía escucho como si fuese la primera vez) fue su momento de mayor gloria pero las malas gestiones, las compañías (discográficas y personales) equivocadas y las sustancias más prohibidas hicieron que Kory nunca alcanzase un merecido status de primer nivel. Quizás esto haya sido bueno porque el neoyorkino nunca ha perdido esa peligrosidad y sonido sucio y underground que le hicieron hacerse un hueco en la escena a finales de los 80’s y principios de los 90’s. Vayamos al lío que me enrollo más que las persionas coñe…
Métete en vena ‘La Enfermedad del Rock’N’Roll’ porque se nos muere sin un puto remedio…
Así como quien no quiere la cosa y en el más absoluto underground (que no en el ostracismo) Clarke ha ido sobreviviendo como ha podido lanzando discos en solitario y con la banda madre hasta llegar a este Rock’N’Roll Disease (2019), décimo disco de la banda de New York que confirma el buen estado de forma que está demostrando desde 2017 con aquel sorprendente y sleazy punk Back On The Lash (2017) que sirvió para estabilizar a la bestia con una formación que repite en el nuevo disco con Adam Arling (bass, producer), Full Throttle (guitar), Iván Tambac y Nate Arling (drums).
El nuevo disco tiene todo lo que quieres y deseas de una banda de estas características. El peligro, la suciedad callejera, la actitud y la credibilidad de un lider como Kory siguen sacando músculo como siempre con pelotazos increíbles caso del incial «Up The Dose», «Rock’N’Roll Disease» de cadencia Stooges o la asilvestrada y sleazy «Off My Face». Sí, la voz de Clarke sigue igual o más cascada que nunca, de hecho en un tema como «Melt Down» hasta le juegas malas pasadas en algunos fraseos, pero precisamente estos matices abourbonados y borrachuzos en su timbre vocal insuflan esa credibilidad y peligro del que os hablaba más arriba. Con respecto al anterior, este disco es más Hard y menos punk/action rock y temas como el citado «Up The Dose» o los simplemente correctos «Rock On» y «War Ride Children» así lo atestiguan. Mención especial para un pepinazo brutal como «Going Mental», también en esa vena Hard & Sleazy que me vuelve loco, loquito y que es mi favorito del tracklist con un estribillo sencillamente imbatible. Kory Clarke no ganará millones, no hará giras multitudinarias y no entrará dentro de los planes de los festivales más ‘coolers’ pero… A ROCKEAR NO LE GANA NI DIOSSS!!!…
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