Tim Miller (Deadpool) y David Fincher (Seven, Zodiac, Fight club, Mindhunter) se conocieron allá por 2010 y decidieron poner en marcha este proyecto que finalmente se estrenó en Netflix el pasado 15 de marzo. ¿En qué consiste Love, Death + Robots? En una serie de 18 cortos de animación para adultos cuya temática versa, como su nombre indica, sobre el amor, la muerte y los robots. Con una duración que oscila entre los 4 y los 16 minutos por los alucinantes episodios de Love, Death + Robots se pasean astronautas en apuros, guerreros mortales, damiselas en peligro, vampiros, productos lácteos dotados de inteligencia, monstruos de basura, hombres lobo, dinosaurios, arañas extraterrestres y un sinfín de personajes de lo más variado. Lo cierto es que uno debe esperar en estas propuestas televisivas un riesgo que ya no suele verse en las salas de cine.
Tras el inmejorable arranque con La ventaja de Sonnie, la calidad de los episodios oscila casi tanto como su duración. Al estar desarrollados por diferentes equipos artísticos y al haberse usado distintas técnicas de animación, el aspecto visual es lo más llamativo, una pena que algunas veces la trama sea tan previsible. Lamentablemente, Love, Death + Robots adolece de cierta falta de originalidad en algunos episodios. Es decir, que es más importante el cómo se cuenta que lo que se cuenta. Sin ir más lejos, La mano amiga es un poco afortunado cruce entre Gravity y 127 horas, perfecto técnicamente pero poco innovador en su planteamiento. Lo mismo puedo decir de Buena caza, excelente fusión estética de steam punk con anime aunque la trama me resultó endeble. Por otro lado, Metamorfosis traslada el mito de los hombres lobo a Afganistán con unos resultados decepcionantes. También Más allá de Aquila no deja de ser un pastiche de Matrix a pesar de su hiperrelista animación. Está visto que la estela de los clásicos de la ciencia ficción sigue siendo muy alargada. Por Love, Death + Robots vemos evidentes ecos de 2001, Blade runner, Alien o Matrix.
Otros episodios me dejaron descolocado, sin saber qué pensar, algo que siempre es bueno aunque de primeras no los sepamos apreciar. Me refiero a Noche de criaturas marinas o a Yogur al poder, episodios singulares que quizás no pretendan nada más que mostrar un sueño (el primero) o una broma (el segundo). Mejora la cosa en Lucky 13, a pesar de una trama bastante conservadora, o Trajes, en la que el plano final da un giro radical a la trama haciéndonos preguntar quién es el invasor. Trajes nos recuerda a las películas del Oeste americano y las incursiones de los indios, sus legítimos dueños. Muy divertido me pareció ese cruce entre Terminator y Mad Max: Fury road que es Punto ciego. Más centrados en el terror están El vertedero y Devorador de almas, ambos me gustaron por su mezcla de humor y terror.
Entramos en la recta final con lo mejor de Love, Death + Robots. Zima blue y Tres robots son quizás los episodios que más justifican la inclusión de la palabra robots en el título. A pesar de ser muy distintos entre sí en el tono, en ambos se reflexiona sobre el sentido de la vida, tema muy trillado pero que todavía no tienen una respuesta satisfactoria. La edad de hielo es una pequeña joya que fusiona imagen real con digital, ¿qué nos quiere decir?: ni idea. Por su parte, Historias alternativas es una gozada aunque solamente sea por ver morir a Hitler. Mi episodio favorito es el caótico La testigo, de Alberto Mielgo (Spiderman: Un nuevo universo), un auténtico prodigio que me fascinó desde el primer fotograma al último.
Así pues, cabe concluir que Love, Death + Robots es una serie tan disfrutable como irregular que alterna innovadores hallazgos con momentos menos afortunados. En conjunto, el balance es positivo.
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