Llega de nuevo el fin de semana, y nos zambullimos en Las Flores del Mal, la obra de Charles Baudelaire. Hoy nos encontramos con un bellísimo poema que compara lo humano con la naturaleza, siempre presente en Baudelaire. Los padecimientos de un corazón con el aroma de las flores. Un poema, el XLVII titulado Armonía Vespertina que merece ser leído en numerosas ocasiones. En esas tardes de descanso de la realidad circundante, y la memoria.
LAS FLORES DEL MAL – CHARLES BAUDELAIRE
HARMONIE DU SOIR
Voici venir les temps où vibrant sur sa tige
Chaque fleur s’évapore ainsi qu’un encensoir ;
Les sons et les parfums tournent dans l’air du soir ;
Valse mélancolique et langoureux vertige !
Chaque fleur s’évapore ainsi qu’un encensoir ;
Le violon frémit comme un cœur qu’on afflige ;
Valse mélancolique et langoureux vertige !
Le ciel est triste et beau comme un grand reposoir.
Le violon frémit comme un cœur qu’on afflige,
Un cœur tendre, qui hait le néant vaste et noir !
Le ciel est triste et beau comme un grand reposoir ;
Le soleil s’est noyé dans son sang qui se fige.
Un cœur tendre, qui hait le néant vaste et noir,
Du passé lumineux recueille tout vestige !
Le soleil s’est noyé dans son sang qui se fige…
Ton souvenir en moi luit comme un ostensoir !
ARMONÍA VESPERTINA
Aquí llegan los tiempos donde estremeciéndose sobre su tallo
cualquier flor se evapora igual que un incensario;
los sonidos y perfumes revolotean en el aire de la tarde;
vals melancólico ¡y lánguido aturdimiento!
Cualquier flor se evapora igual que un incensario;
el violín tiembla como un corazón que se aflige;
vals melancólico ¡y lánguido aturdimiento!
El cielo está triste y hermoso como un vasto lugar de reposo.
El violín tiembla como un corazón que se aflige,
un tierno corazón, ¡que aborrece la extensa y negra nada!
El cielo está triste y hermoso como un vasto lugar de reposo;
el sol se ahoga en su sangre solidificada.
Un tierno corazón, que aborrece la extensa y negra nada,
del pasado luminoso ¡reúne todo vestigio!
El sol se ahoga en su sangre solidificada…
tu recuerdo en mí ¡luce como un ostensorio!
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