Se ha ido. Uno más. Ley de Vida. Esa voz potente, encantada, barítona y desolada. SCOTT WALKER, ha pasado de aquí a otro lugar. Icono, Ídolo, Contracultural, Compositor, Crooner, Investigador, Voz, y tantas palabras. Este es sólo uno de esos tantos epílogos ( Uno Dei Tanti Epiloghi o Farmer In The City de su obra Tilt ) que se escribirán, pero es nuestro.
Primera Etapa.- Los Hermanos Walker ( 64- 67 )
Mi fascinación por el Swinging London sólo era igualada por el sueño de ser uno más de los que trabajaba en uno de lo cubículos del edificio Brill Building de Nueva York. Por ello, encontrarme con un antiguo Teen Idol cantando con esa voz de barítono » Las Lágrimas siempre van a nublar tu mirada, cuando estes sin amor ..» bajo el manto de una suntuosa ornamentación creada por Ivor Raymonde, comprendí que la quimera tenía dueño. Su nombre, Noel Scott Engel, o Scott Walker.
Durante 3 años, Scott, John Maus y Gary Leeds, bajo la enseña de Walker Brothers, establecieron el puente entre mares. El clasisicismo europeo y la melodía pop del Nuevo Mundo engarzadas de la mano de un trío de jóvenes, convertían en arte unas tragedias pop llenas de deslumbrantes arreglos orquestales con la voz de Scott, vulnerable , enigmática y emocional, como eterno fulgor. Por sus Tres Lps Take It Easy; Portrait e Images pasaron Burt Bacharach ( Make It Easy On Yourself ), Marvin Gaye ( Dancing In The Streets ), Randy Newman ( I don’t Want To Hear anymore ), The Springfields ( No Sad Songs For Me ); Michel Legrand ( I Will Wait For Me )… pero siempre bajo la mirada sensible de Scott.
El mundo del éxito no representaba nada para la vida de Scott. Como escapando del diablo, abandona ese mundo de oropeles que la vida social y la fama le puede permitir, y se recluye para leer filosofía existencial y abrazar la soledad.
Segunda Etapa- Scott ( 64-70 )
Llegué a Walker por Brel, el Belga. Había sido y sigue siendo un músico muy afín a mi vida personal. Sin saber por qué me introduje en la discografía de Scott Walker de una manera fascinante y misteriosa, porque es de esta manera que siempre sentí la música del cantante americano. Progresar, alejarse de todo aquello, indagar en su interior y sentirse fuerte como compositor. Encontró en Brel esa seguridad, en su música, lo descubrió por el intermediario de Andrew Oldham, quien le puso los temas en inglés adaptados por Mort Shuman.
Fue con la versión de “Mathilde”, una historia de amor algo sadomasoquista, que empezó su idilio con la música del Belga. Amsterdam y My Death. Que también versionará Bowie y se inspirará claramente en la interpretación de Walker.
En apenas tres años, del 67 al 69 y siendo aún un veinteañero, Scott Walker grabó cuatro álbumes majestuosos, titulados del uno al cuatro. A semejanza de Led Zeppelin. En ellos combina sus composiciones con temas de Jacques Brel, por el cual siente una constante admiración y también por composiciones de Henry Mancini, Burt Bacharach y Tim Hardin.
Con aquellos discos, Walker, se convirtió en un Crooner crepuscular. Algo misterioso, y de alguna manera intelectual. Esos cuatro discos desprenden la misma intensidad desde el primer álbum hasta Scott 4, que fue el primero de sus álbumes en contener solo canciones originales compuestas por Walker. Scott fusiona lo barroco, lo Wagneriano grandioso y melodramático como pocos en una época donde él mismo suena desfasado, como un Frank Sinatra filosófico e intelectual. Mezcla de Soul romántico con psicodelia y coros fantasmales. Una especie de conde drácula toxicómano enamorado que canta desde su castillo encantado, donde el existencialismo se cruza con el pop mas pomposo, con valses líricos y crepusculares bailados por espectros en un palacio abandonado.
Walker se convierte en un cantante Kafkiano, que influenciará a decenas de cantantes que están por venir, Marc Almond, Neil Hannon, David Sylvian, Blue Nile, ect…
En “4” evoca al fantasma de Stalin con “The Old Man’s Back Again” y al séptimo sello de Igmar Bergman con “The Seventh Seals”. Y en 1981, tres años después de la muerte de Brel, lanzará un álbum de 32 minutos con 9 versiones en inglés, de Brel, más una canción escrita por Walker….
Tercera Etapa- Espectador ( 69- 84)
La llamada de sus antiguos hermanos le rescata de las tinieblas en que se había recluido. Scott, que tras sus excelsos primeros trabajos en solitario se había convertido en una especie de sombra de Elvis lanzando obras impropias a su sensiblidad y plagadas de convencionalismos , Till The Band Ends, The Moviegoer, Any Day Now, Stretch, y We Had it All suenan a desidia pese a que su voz, siempre su voz, sostiene su nombre.
Los Walker Brothers regresan y con ellos vuelve el Scott reconociblemente oscuro y vanguardista sobre todo en los cuatro temas firmados de Nite Flights ( 1978 ) , la tercera obra del retorno tras los insustanciales No Regrets e Images. The Electrician y Nite Flights vuelven a convulsionar a sus admiradores, que encuentran al Scott de hace una década. Midge Ure y Bowie toman buena nota de los nuevos sueños de Scott, aunque lo triste, es que sólo unos pocos son capaces de entenderle y eso le vuelve a afectar. Un ser tan emocional, en tal grado, que tardaría unos años en volver a ver salir el sol.
Cuarta Etapa – Hombre del Siglo 30 (84-2019 )
Walker se hunde en un mar de somníferos y alcohol de cual es rescatado por Julian Cope de Teardrops Explodes, gracias a un recopilatorio “Fire Escape In The Sky: The Godlike Genius of Scott Walker” que lo sacará de su letargo. Y una nueva generación descubrirá su talento. Pero volverá a caer en un silencio absoluto de más de diez años en el cual se dedica a pintar y viajar. En 1992 interpreta dos temas compuestos por Goran Bregovic para la película de Philomene Esposito “Toxic Affair”.
Tres años mas tarde, aparece y sorprende a todos con “Tilt”, un disco oscuro, nebuloso e inquietante. Influenciado por Mahler, Messiaen , Penderecki y Copland, sus composiciones parecen venidas del mas allá, abstractas, cercanas a la música industrial, por lo que se declarará fan de N.I.N.
Dejará de nuevo pasar el tiempo, unos once años, para volver a surgir de entre las tinieblas con “The Drift” en 2006, con el que cruza los límites inimaginables de la percepción. Un infierno musical, macabro y surrealista. Una parada de los monstruos en música, una ópera apocalíptica, una pesadilla en una atmósfera cero. El último álbum en solitario “Bish Bosch”, salió a finales del 2012 y sería el que cerraría su trilogía experimental empezada con “Tilt”. En el que canta y aúlla en una oda dantesca cercana a la tortura, a las enfermedades, a la muerte de Mussolini y su amante Clara Petacci, a los ataques del 11-S, a Elvis Presley y a su hermano gemelo Jesse.
En 2014, llegó su último álbum junto al grupo Sunn O. Un grupo estadounidense de drone metal experimental. “Soused” es un disco que supura veneno, delirio, desasosiego, que acongoja y atemoriza.
En 2015, Walker compuso la banda sonora para la película “La infancia de un líder” y en 2018, para la película “Vox Lux”, parecía que había cogido un hilo conductor muy prometedor en la composición; lamentablemente las tinieblas le han atrapado definitivamente. Solo nos queda levantar la cabeza y mirar hacia el firmamento y “creer” que esta junto a Brel y Bowie compartiendo tabaco mientras componen para los ángeles.
Un artículo elaborado por Laurent Berger y Bernardo de Andrés.
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