Hace mucho, empecé a escribir una serie de centos referidos a la poesía y la música. Una forma literaria que como ya sabéis, acumula versos de diferentes autores en un conglomerado como si de un solo texto se tratase. Hoy me ha parecido oportuno abordar el tema de la belleza. Tan escurridiza como terrible. Así que vaya esta sexta parte de los Centos de la música y la poesía. Espero que os sirva. Sobre todo a aquellos que queráis empezar a escribir.
LA BELLEZA
¡De rodillas mortal, aquí hay violetas! La belleza, le recuerda a uno lo que merece la pena vivir.
Me refiero a la belleza, claro, no al culebreo resbaloso, ni a la sentimentalización de la belleza.
Tampoco digo que la belleza sea algo correcto y respetable, ni algo a lo que se llega razonadamente
a través de la razón. Quiero decir, belleza.
No se discute acerca de una brisa primaveral, uno se siente fortalecido cuando la encuentra,
cuando encuentra un pensamiento rápido en Platón, o una fina arista en una estatua.
Por poner un poner te diría que ver el verde trigo, bajo este atardecer enfrentado
por los circundantes y coloridos cielos del sol y la luna solo admite silencio.
La belleza, al principio, quizá te susurre al oído, o te tantee. Y borracho de lenguaje, quieras
sentarla en tus rodillas. Y la encuentres amarga y la injuries. Nadie entenderá que estar sentado
en una mesa entre los fríos objetos de la habitación — en apariencia, sin hacer nada — es la tarea
de la mirada, ese órgano más complejo que el ojo.
Entonces, si los tuyos se aburren de ti, les podrás decir que no finjan que fue un sueño;
que no advirtieron en ti esa flor usurpada – y nunca vista – que crecía en el precipicio,
a la sombra de la inexistencia.
¿Ves de qué va esto?
¿Y bien?, ¿Perdonarás entonces a Dios?
¿Rechazas la simetría y buscas lo impar y lo desconocido? Sí, ya sé que te joden. Tu papá y mamá. No es su intención pero lo hacen. Y es que ellos estuvieron jodidos a su vez, por tontos de capa y sombrero a la vieja usanza. Pues las manos del hombre, amargan al hombre, se estrechan como un litoral abandonado. Así que
sal lo más pronto que puedas, y no te hagas ilusiones.
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