Tres años después del decepcionante Drones, Matt Bellamy y los suyos regresan con Simulation Theory, un álbum que mejora bastante respecto a su antecesor pero que no alcanza a sus mejores trabajos. Muy lejos quedan los tiempos de Origin of simmetry, Absolution o Black holes and revelations. Parece que Muse han apartado definitivamente su vena más rockera en favor de la tecnología.
Muse siguen siendo fieles a sí mismos para lo bueno y para lo malo. Siguen sonando a Queen, a los primeros Radiohead y a cualquier cosa que se le ocurra a Matt Bellamy. Esta vez suenan menos rockeros y más mainstream, acercándose peligrosamente al pop más juvenil. No por algo sus seguidores suelen ser muy jóvenes. Y todo ello sin dejar de sonar tan excesivos como viene siendo habitual, haciendo del exceso un ingrediente más a añadir a su controvertida y exitosa fórmula. Coros grandilocuentes, bases eléctricas propias de los años 80, riffs adictivos, falsetes imposibles y melodrama vocal desbocado se dan la mano en Simulation Theory.
Lo cierto es que el disco va de más a menos, me gusta el inicio con Algorithm y Dark side, son lo que uno se espera de Muse, ni más ni menos. Puro exceso pero adictivo. La fiesta del reciclaje sigue con Pressure, un tema que nos recuerda a muchas cosas pero hay que reconocerles que nadie recicla como ellos. Que no se me olvide que me gusta mucho más la versión de Pressure incluida en la edición Deluxe. Propaganda suena descaradamente a Prince (no hay nada como morirse para que se acuerden de uno) mientras Break it to me tiene un insultante tufillo a éxito de radio fórmula, aunque funciona. Lo malo es que a partir de aquí el interés decae de forma peligrosa.
Something human me parece una tontería para adolescentes, lo mismo que Get up and fight. Tranquilos, antiguos fans rockeros de Muse, la grandilocuencia típica de Muse vuelve en Thought Contagion y Blockades. Sin embargo, Dig Down contiene un sonrojante coro gospel para acabar en un éxtasis sonoro propio de los peores Muse. Puro exceso para repetir demasiadas veces el título de la canción. Simulation Theory se cierra con The void, un tema que en 1985 nos hubiera encantado en manos de Tears for fears, A-ha o Ultravox pero en 2018 nos suena a pastiche. A ver si acaba de una vez este revival generalizado de los 80.
Por cierto, Bellamy sigue incidiendo en esas letras sobre conspiraciones propias de la peor serie B. Desde luego, no han llegado a la cima del rock del siglo XXI por su letras. Todo se debe a que esta vez estamos ante un disco conceptual, cierto, tampoco en esto Muse han sido pioneros. La verdad es que la historia que cuenta me importa más bien poco.
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