El nuevo disco de Rosalía, El mal querer, está en boca de todos. Ha batido récords de reproducciones en Spotify, ha publicado un anuncio en Times Square, ha aparecido en El hormiguero, en el programa de Jools Holland e incluso en la infame gala de los MTV Europe Music Awards (EMAs) celebrada recientemente en Bilbao. Es indudable que Rosalía está de moda. Más allá del innegable hype mediático y esas portadas en las que parece un híbrido entre Björk y Gala, debemos preguntarnos si hay algo más bajo la superficie del boom Rosalía.
Reconozco que Rosalía me fascinó cuando la descubrí con su versión del tema Catalina del gran Manuel Vallejo incluido en su anterior trabajo, Los ángeles de 2017. Disco en el que repasaba junto con el guitarrista Raül Refree antiguas canciones de un cancionero popular que se remontaba hasta inicios del siglo pasado. Estilos como la copla o la seguidilla se vieron revitalizados por la expresiva voz de Rosalía, cuya formación viene del flamenco. El disco no mejoraba los originales pero sí acercaba esas composiciones a las nuevas generaciones. Además era respetuoso con los originales. Sin embargo y como era de esperar, los puristas del flamenco lo criticaron sin piedad por el mero hecho de que Raül Refree provenía del rock y Rosalía era una joven catalana de 23 años. Como si para hacer flamenco hubiera que ser necesariamente gitano o andaluz.
Con su segundo trabajo Rosalía se ha decidido por el mestizaje y por la fusión entre lo urbano y lo flamenco. Un riesgo que tarde o temprano alguien tenía que afrontar más allá de algunas tímidas aproximaciones. Y Rosalía se ha tomado su tiempo, sabía lo que se traía entre manos y sabía que no podía dar un paso en falso. Tenía muchas expectativas puestas en ella y parece que no ha defraudado. Al menos, a mí no lo ha hecho. ¿El motivo? Rosalía se muestra como una artista valiente (algo que muchos artistas de éxito de este país no pueden decir). Y es que El mal querer es un disco conceptual (a ver qué día se atreven Bisbal o Bustamante a hacer algo parecido) que adapta el Román de Flamenca, un texto anónimo del siglo XIV. Por lo tanto, cada canción es un capítulo de una historia. Algo muy poco frecuente por estos lares y menos dentro del mainstream. Ocurre que Rosalía viene de serie con una personalidad a prueba de bombas. No parece dispuesta a renunciar a su personalidad ni a conquistar los mercados, difícil equilibrio. Sin embargo, más que dar la impresión de nadar entre dos aguas o que no sabe a qué palo quedarse, El mal querer suena compacto y homogéneo. Reconozco que nunca habría imaginado una fusión tan acertada de pop, trap, flamenco y electrónica. Buena culpa de ello tiene El Guincho, amante de los samplers y la electrónica que aquí ha sabido darle su espacio a la voz de Rosalía. Por cierto, la ex pareja de Rosalía, el rapero C. Tangana firma 8 de las 11 canciones de El mal querer. El disco se inicia con el single adelanto, Malamente, un tema muy comercial con un estribillo pegadizo. Ese aire de hit veraniego y el vídeo poligonero nos hizo pensar que las esperanzas puestas en Rosalía quizás fueran excesivas. Pero la cosa mejora pronto y Que no salga la luna me atrapa, me gusta con ese aire a Bodas de sangre, a tiempos pretéritos. Hay electrónica, autotune, samplers y mil cosas más, pero sigue siendo flamenco y la voz de Rosalía brilla. Lo mismo ocurre con la pegadiza Pienso en tu mirá o en las más experimentales Bagdad y De aquí no sales. Supongo que más de uno se rasgará las vestiduras escuchando este último tema, un cruce mutante entre Kanye West y Antonio Molina. Sin embargo, la mejor Rosalía (la dolorida hasta el tuétano) aparece nuevamente en Reniego, Nana y A ningún hombre. Son las tres joyas del disco, te ponen los pelos de punta y te hacen recordar que en los tiempos de la inmediatez todavía se publican canciones que precisan de su tiempo. Curiosamente, son las 3 únicas canciones del disco que no están en la lista de los 50 temas más escuchados en Spotify España. Será que me he hecho mayor o he acabado convertido en un pureta, pero Rosalía me gusta más cuando aparca un poco lo urbano en favor del sentimiento más visceral, me parecen los pasajes más íntimos y bellos del disco.
Lo dicho, El mal querer será probablemente un superventas y supondrá el lanzamiento internacional de Rosalía. Además es, curiosamente, un buen disco. Si Rosalía aguanta el envite de la fama o se disuelve en ella como un azucarillo en agua es algo que solamente el tiempo nos dirá. Esperemos sin prisa a que el hype se desinfle y disfrutemos de El mal querer.
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