Hay conciertos que al acabar uno sabe que los va a recordar durante toda la vida. Me refiero a esa sensación de haber vivido algo único y excepcional que no se ve todos los días, ni todos los años. Para los ayer asistentes a Las Armas, el programa doble formado por Robert Jon & The Wreck y Walter Trout supuso una de las cotas más altas que el blues rock ha alcanzado en nuestra ciudad. Y mira que hay oferta últimamente gracias a la ingente labor de los de Sweet Caroline. La noche empezó con esa apisonadora de blues llamada Robert Jon & The Wreck. Una máquina perfectamente sincronizada y engrasada para ofrecernos su rock sureño de primer orden. No han inventado nada que no hicieran antes gente como Lynyrd Skynyrd o Allman Brothers pero lo bordan. Su rock sureño es intemporal y mejora incluso cuando suman influencias de los años 70 como Santana. Todos los miembros del grupo están a un altísimo nivel y nos lo hicieron pasar jodidamente bien. De la actuación me quedo con la voz de Robert Jon y con la brutal forma de tocar la guitarra del jovencísimo Henry James. Ya solamente por Robert Jon & The Wreck valía la pena sobradamente pagar el precio de la entrada.
Pero todavía faltaba el que es considerado por muchos (y por mí también después de anoche) el mejor guitarrista vivo de blues. Walter Trout derrochó sentimiento y saber hacer. Arropado por una banda impresionante que cuenta nada menos que con Teddy Andreadis a los teclados (quien ha girado con Guns N’ Roses) y al salvaje bajista Johnny Griparic ( quien ha hecho lo propio con Slash), Walter Trout ofreció toda una lección de cómo hacer disfrutar al respetable a base de buena música y talento. Trout se emocionó al recordar su enfermedad hepática que casi le cuesta la vida, las largas noches de hospital y cómo tuvo que volver a aprender a hablar, andar y a tocar la guitarra. Su historia es una historia de superación y lucha que ahora toca celebrar. Se centró en su albúm Scars battle, nacido tras su enfermedad, del cual recuperó joyas como Cold, Cold Ground o Please Take Me Home. Presentó un tema del nuevo disco ya grabado y que saldrá ya en 2019, Me, my guitar and the blues y algún tema de su disco de colaboraciones We’re all in this together como Gonna hurt like hell. La verdad es que Trout destila energía y un apabullante dominio sobre su Stratocaster. Hubo tiempo para el recuerdo a Rory Gallagher, John Lee Hooker o John Mayall, grandes maestros del pasado, e incluso para invitar a volver al escenario a Henry James (a la sazón, amigo del hijo de Trout). Dos generaciones de blues sobre un escenario en un duelo de guitarras memorable. Tal torbellino de talento y profesionalidad es difícil de ver encima de un escenario. Vamos, que te pinchan y no te sale sangre.
Lo dicho, la de anoche va a pasar a ser una de esas noches que los asistentes recordaremos de por vida. Enhorabuena, señor Trout, por su nueva vida y por seguir haciéndonos pasar noches tan inolvidables.
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