«Godless» era un nuevo intento de Netflix para terminar con el hegemónico poder de HBO en los Emmy y en los premios importantes de la pequeña pantalla. Partía con una ingente cantidad de nominaciones pero al final en de mejor miniserie del año acabo en manos de la segunda temporada de «American Crime Story» que trataba el asesinato de Gianni Versace y que a todas luces nos parece inferior a este western atípico y que sin ser crepuscular sí tiene un tono decadente que consigue atraer al espectador.
Su creador es Scott Frank, responsable de la interesante «Shameless» en televisión y del irregular thriller «Caminando entre las tumbas» en cine. Ha escrito y dirigido siete episodios cuyo nexo de unión es la venganza, aunque aplicando «una nueva vuelta de tuerca» al género, ya que trata de un bandido arrepentido que ataca a su jefe, hiriéndole de gravedad y que acaba escondiéndose en un pueblo habitado casi en su totalidad por mujeres, ya que los hombres murieron en un accidente en la mina, y que se preparan al esconder al forajido en la segura venganza del líder de los malhechores. Todo ello bien rodado y con algunas secuencias espectaculares pero que adolece de falta de profundidad en algunos personajes que no terminan de convencer, a pesar de resultar «a priori» interesantes, como es el caso de Michele Dockery, la inolvidable «Lady Mary» en «Downton Abbey», una ranchera que parece la protagonista al esconder al hombre perseguido pero que según avanza la trama pierde carácter e incluso vemos que su rol sobra en más de un momento. Lo mismo sucede con el atrayente «sheriff», tildado de cobarde y que inicia un viaje (casi interior) para buscar al asesino y encontarse a sí mismo. Un hombre que en su búsqueda psicológica recuerda al Johnny Deep de ese atípico western de Jim Jarmush titulado «Dead man», al que incluso acompaña un indio cuya sabiduría reside en su parquedad de palabras y que se comporta casi como una metáfora de la sombra que ha perdido. No es la única referencia cinéfila que podemos observar, pues podemos encontrar reminiscencias del mejor Clint Eastwood de películas históricas en el oeste como «Infierno de cobardes», «Sin perdón» o «El jinete pálido», junto con un villano hablando como un predicador, aunque luego sus actos son viles, como el Robert Mitchum de «La noche del cazador». De hecho, el personaje de Jeff Daniels es el que posee más magia, un poderoso enemigo que todo lo razona y con unas motivaciones que unen el delito con la religión, casi como la mafia siciliana y que lo mismo extermina y masacra a una población entera o a un tren que fuerza a unos granjeros a ofrecerle a una de sus mujeres para practicar un consentido adulterio que ayuda a una enferma de viruela a cuidar a sus moribundos acompañantes. Un sujeto ambiguo, atrayente y con unas motivaciones que no es de extrañar que le hayan otorgado el Emmy, como ha sucedido con Merrit Wever que se erige como la líder de la resistencia. Lástima que la resolución sea un tanto apresurada y con falta de épica.
«Godless» resulta un producto bien facturado, con ciertos altibajos de guion y conseguidas interpretaciones. Eso sí, con una banda sonora de Carlos Rafael Rivera que se permite el lujo de homenajear al Asturias de Albeniz, con un tema casi idéntico en el final de más de un capítulo para acrecentar la tensión.
Una pequeña corrección al autor del artículo. No se trata del Concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo, sino Asturias de Albeniz.
Gracias Julio por leer la reseña y por la corrección. Lo cambiamos enseguida.