Adelantándome un poco al fin de semana, que ya asoma, os traigo el siguiente poema de Las Flores del Mal, la obra de Charles Baudelaire. En concreto es el poema número XXXII, titulado así, Una noche…, al carecer de título propio. En este poema descriptivo amoroso, se hace especial énfasis en la intensidad del amor del poeta al final. Baudelaire, no quiere que cambien sus amadas y las quiere tal cual son, con todas sus virtudes y defectos.
LAS FLORES DEL MAL – CHARLES BAUDELAIRE
XXXII
Une nuit que j’étais près d’une affreuse Juive,
Comme au long d’un cadavre un cadavre étendu,
Je me pris à songer près de ce corps vendu
À la triste beauté dont mon désir se prive.
Je me représentai sa majesté native,
Son regard de vigueur et de grâces armé,
Ses cheveux qui lui font un casque parfumé,
Et dont le souvenir pour l’amour me ravive.
Car j’eusse avec ferveur baisé ton noble corps,
Et depuis tes pieds frais jusqu’à tes noires tresses
Déroulé le trésor des profondes caresses,
Si, quelque soir, d’un pleur obtenu sans effort
Tu pouvais seulement, ô reine des cruelles !
Obscurcir la splendeur de tes froides prunelles.
XXXII
Una noche que estuve cerca de una horrible Judía,
como un cadáver sobre otro cadáver tendido,
comencé a pensar detalladamente en ese cuerpo vendido
en esa triste belleza de la cual mi deseo se priva.
Imaginé su majestuosidad nativa,
su mirada vigorosa, con gracia armada,
su pelo, que le formaba un casco perfumado,
cuyo recuerdo, para el amor me reaviva.
Porque hubiera con fervor besado tu noble cuerpo,
desde tus fríos pies hasta tus negras trenzas
desplegando el tesoro de las caricias profundas.
Así, alguna noche, con un lloro obtenido sin esfuerzo
podrías meramente, ¡oh reina de las crueles!
nublar el esplendor de tus fríos ojos.
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