Walter Trout ha demostrado que una insuficiencia hepática no es lo suficiente fuerte como para poder hacer menguar su potencial. Walter es un luchador nato que lleva en su corazón el Blues, y en sus manos el poder de poder transmitirlo, siendo su Fender el elemento necesario para encauzar ese torrente de sentimientos que desprende su música.
Su anterior trabajo, Battle Scars, del que ya dimos buena cuenta en esta casa, supuso su regreso tras superar sus graves problemas físicos. Un disco con el que se nos presentaba más fuerte, más maduro , y con el que se encargaba de reivindicarse y alzar a los cuatro vientos que todavía queda Trout para rato, cosa que desde aquí celebro por todo lo alto.
Cómo comentó recientemente Walter al hablar de su reciente gira: “Si la gente va buscando un espectáculo relajado, no lo va a encontrar, esta es la forma más potente de hacer las cosas”. Y en esto estoy al 100% de acuerdo con Trout: su disco es un gran despliegue de Blues Rock a todo volumen, en el que en algunos momentos gana mucho más la intensidad, sin perder el fuelle rockero. Una guitarra que deja claro que estamos ante uno de los mejores guitarristas a la sombra de los grandes.
Y a que viene ahora rescatar parte de la reseña del Live in Amsterdam se puede preguntar algún lector, pues fácil, muy fácil, y es que en noviembre por primera vez Walter estará girando por España:
7 nov Sala Mon-Madrid
8 nov Porta Caeli -Valladolid
9 nov Apolo 2 -Bcn
10 nov Las Armas-Zaragoza
11 nov Zentral-Pamplona
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