Hay que ver la de vueltas que da la vida. Quien decidió finiquitar a Pink Floyd en 1985 anunciando su salida del grupo, ahora se publicita como Pink Floyd’s Roger Waters. Es más, el propio Roger Waters anuncia que interpretará en directo temas de sus 4 álbumes más célebres dentro de la formación. A saber: Dark side of the moon, Wish you were here, Animals y The Wall. Casi nada. 4 discos imprescindibles en la historia de la música popular del siglo XX. No nos engañemos, Waters ha fracasado intentando crear nuevos himnos que rivalicen con los que había creado en el pasado junto a Barrett, Gilmour, Wright y Mason. Ha lanzado buenos discos en solitario (quien tuvo, retuvo) pero ningún clásico intemporal. Lo suyo es pura nostalgia. Lo nuestro también. Por mucho que el show de Waters esté a la última en cuanto a avances escénicos, no podemos obviar que buena parte de su excepcional repertorio tiene más de cuatro décadas. El propio Waters peina canas a sus 74 años. Se impone un digno final a una trayectoria plagada de luces fulgurantes y alguna sombra alargada en el tiempo.
Waters insiste en que Us+Them es su última gira aunque nadie se lo cree. Esta gira viene a resumir lo mejor de su carrera con unos shows apabullantes. A un repertorio impecable ejecutado de forma perfecta hemos de sumar un montaje audiovisual que te deja con la boca abierta. Waters no se ha dormido en los laureles y siempre ha estado a la última en cuanto a montajes escénicos. La aparición de la Battersea power station londinense (inmortalizada en la portada de Animals) en mitad del recinto es uno de esos momentos que uno recordará durante mucho tiempo. Tampoco faltaron elementos de sobra conocidos como los niños en Another brick in the Wall (esta vez ataviados como presos de Guantánamo), el cerdo volante de Pigs o la apoteosis del prisma en Brain damage. La fusión de música y espectáculo llevada al paroxismo. Tampoco podían faltar los mensajes políticos del señor Waters. Llamadas a la resistencia (hasta en el confeti que cayó del cielo) y mensajes contra el capitalismo, Israel, Trump o Zuckerberg. Nada nuevo en el universo Waters. Sinceramente, tanta política en el rock me resulta cargante, sobre todo si viene de multimillonarios como Bono o Waters. Tampoco le vi la gracia al numerito de las máscaras de animales y las pancartas. Los cerdos gobiernan el mundo, ya lo sabíamos, gracias. Es innegable la cantidad de joyas que sonaron en el WiZink Center y es innegable que Waters tuvo algo que ver en todas ellas, pero su mensaje político tras The Wall ya me empieza a cansar.
El setlist fue de infarto, como era de esperar. Una tras otra sonaron joyas intemporales que hicieron las delicias del respetable. Únicamente eché en falta la otrora habitual Shine on your crazy diamond y Mother que parecieron haber dejado paso a las nuevas canciones de Waters. De los 22 temas que interpretó este pasado Viernes, solamente 4 pertenecían a la carrera en solitario de Waters, concretamente a su último LP, Is this the life we really want? publicado en 2017 tras un parón de 25 años. Por cierto, fueron los momentos más flojos del show. Del repertorio de Waters en solitario eché de menos What god Wants. Reconozco que me emocioné con The great gig on the sky, One of these days, Time, Breathe, Wish you were here, Money, Dogs o Pigs. Pelos como escarpias y ojos arrasados en más de un momento. Eso sí, lo de acabar con Confortably numb puede parecer obvio pero resultó de lo más efectivo ante un enfervorizado público. Las casi tres horas, incluido un inexplicable descanso de 20 minutos, se pasaron en un suspiro. La banda de la que se hace acompañar Waters está a la altura del repertorio ejecutado, no son los originales pero cumplen sobradamente. Me hizo especial ilusión poder disfrutar de Jonathan Wilson aunque fuera emulando a David Gilmour (con el que guarda cierto parecido).
Si esta gira es realmente la última del señor Waters, es un broche más que digno.
Welcome to Machine me dejó con la boca abierta, justo la misma sensación que tuve al escuchar la primera vez a Pink Floyd en el viejo tocadiscos de mi padre, hace ya 40 años. Una làstima haber tenido que esperar tanto para disfrutarlo en directo.
Me encanto … y eso que iba con cero expectativas. EL principio del conceirto se me hizo algo forzado … la segunada parte brillantisima.