20 años, 20 ciudades de Fito & Fitipaldis. Era el turno de Barcelona y hubo doble fiesta para todos sus fans, viernes y sábado en el emblemático Palau Sant Jordi. Una gira que definen como un tour de celebración, sin nuevo disco pero con una energía inagotable. No podían fallar.
Y es que fue veinte años atrás cuando el bilbaíno Adolfo Cabrales, Fito, decidió abandonar Platero y tú para empezar un nuevo proyecto, Fito & Fitipladis con el ya legendario “A puerta cerrada”. Dio rienda suelta a su creatividad desafiando al panorama musical. Y lo consiguió, siguió cosechando éxitos y enamorando a amantes de la música en todo el país.
A las 21:00 en punto del sábado día 12 nos presentábamos en las inmediaciones del recinto. Jóvenes, mayores, niños, muchos ataviados con las icónicas gorras del músico español.
En este segundo encuentro fue el barcelonés Muchachito Bombo Infierno, Jairo Perera, el encargado de abrir el concierto. Mestizaje y rumba que nos entretuvo y nos hizo bailar durante una hora.
Guitarra en mano y batería a los pies, Jairo convirtió el estadio a ritmos pegadizos con algunos de sus clásicos, “Sin sentido”, “El compadre”, “Caraguapa”, “Tiempos modernos” y su homenaje al maestro Peret con “El muerto vivo”. Otra cosa no, pero alegría no le falta al artista. Así, acabó con su conocida “Ojalá no te hubiera conocido nunca” para dar presentación a lo más esperado de la noche. “Os dejo con el pequeño gran hombre y su gente fantástica”, con estas palabras Jairo abandonaba el escenario y nos dejaba esperando unos minutos más.
A la hora prevista, a las 22:30, tras un vídeo introductorio en el que una figura delgada con gafas y gorra se dirigía a un cementerio con lápidas con los nombres del grupo, Fito & Fitipaldis arrancaron al grito mejicano de “híjole” con la rockabilly “Siempre estoy soñando”.
Instrumentalmente son un grupo cohesionado y que no podrían sonar mejor. Un poco de rock’n’roll a la antigua con letras urbanas y una actitud sincera y sencilla. Así se visten, como siempre, encima de los escenarios. Porque la banda no sólo es la voz peculiar de nuestro Fito sino que cuenta con un elenco de músicos inmejorable. El veterano Javier Arzola con su saxofón, Carlos Raya a la guitarra eléctrica, Alejandro «Boli» Climent al bajo y Daniel Griffin golpeando la batería no defraudaron.
Sin apenas tiempo para respirar empiezan las primeras notas de “Un buen castigo” y continúan “Por la boca vive el pez” con la que nos pide que nos quedemos afónicos y nos promete una noche muy divertida.
Así fue, entrañable con su gente y con todos nosotros, Fito siguió con el que él define el mantra del grupo “Me equivocaría otra vez”, que dio pie a un baile prometido, el tema de Los Secretos, “Quiero beber hasta perder el control”.
Nadie como él sabe emocionar. “Lo que sobra de mi” nos deja con ganas de baladas y así llega mi preferida, el blues de “Donde todo empieza”. Llegábamos al ecuador del bolo y después de “Todo a cien” y “Garabatos” nos sorprende con un guiño a su amigo de gira, Muchachito.
Centrados en el escenario, guitarras acústicas en mano, Fito nos presenta como sus amigos a Muchachito y a Javier con su saxo. Los tres, sin más, montan su propia fiesta, disfrutando de la música, demostrando que con tres instrumentos y alegría se puede hacer de lo bueno lo mejor. Para este paréntesis nos enseñaron sus ritmos más callejeros con “No soy Bo Diddley” y “Me tienes frito”.
Como una gran familia, Fito cuenta en esta gira con grandes músicos y amigos. En Barcelona no podía ser menos. Después del loco gran trío nos presentaba a la gran Amparo Amparanoia, que entró como una apisonadora a cantar a dúo el folk “Whisky Barato”. Sólo ella es capaz de levantar a palmas el estadio, y es que como dice el cantautor, “menos mal que sólo se sabe una canción, si se sabe tres me mata”…
Temazo tras temazo. “Entre la espada y la pared”, “Tarde o temprano” y “La casa por el tejado” nos iban anunciando el final.
Aunque todavía quedaba un rato más. Tras apagarse las luces y hacer desesperar a los asistentes aparece Fito en solitario, acústica en mano, para deleitarnos a los nostálgicos con uno de sus primeros temas, “Rojitas las orejas”. ¿Quién no se enamoró escuchando esa canción?
“Soldadito marinero” otro clásico que nos dejó embriagados para dar pie al segundo bis y broche final de la noche, un recuerdo a Platero y Tú con “Entre dos mares” y el “Acabo de llegar” para decir hasta la próxima.
Dos horas de clásicos que nos dejaron con ganas de más, de mucho más. Con la banda de un gran soñador, un enamorado de la luna, de la vida y de la música, gracias Fito! Híjole!
Texto y Fotos: Metal Sister
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