Llegó la última del año pero para mí en realidad fue la primera de 2018 y, clarísimamente, una de las candidatas a estar entre las mejores de este año. La serie Black Mirror sigue a la suya, sacando ‘mierda tecnológica y virtual’ de nuestro lado más oscuro, interesado y, por qué no decirlo, siniestro. Aquella 1ª temporada en 2011 fue un absoluto bombazo, un arma de destrucción masiva de nuestra alineante obsesión por la tecnología y las redes sociales. La 2ª también mantuvo el nivel, el factor sorpresa se había perdido pero teniendo un capítulo como el crudísimo «White Bear» asistimos a la confirmación de un serial que sabía como seguir metiendo el dedo en la llaga. La 3ª temporada, en fin, para mí fue la más irregular, con un Especial Navideño titulado «White Christmas» e interpretado por John Hamm realmente majestuoso. Los demás capítulos con altibajos, tramas y temáticas espectaculares para mostrarte otros más discretos y con menos impacto.
Ha llegado la hora de comentar la 4ª y te adelanto que el nivel es muy importante…
Para empezar, sin alcanzar los niveles de la 1ª, lo que no se puede negar es que los seis capítulos rayan todos a un gran nivel, unos impresionantes y otros bastante buenos pero ya no hay bajones como los dos últimos de la 3ª temporada. Tanto el elenco actoral como las tramas y la puesta en escena son para enmarcar y aquí ya se meten actorazos de la talla de Jesse Plemons (Fargo), Andrea Riseborough y Joe Cole (Peaky Blinders), entre otros, para aportar su toque y carisma al buen nivel de las historias en general.
Comencemos por «USS Calister» en donde en un primer momento nos encontramos delante de una especie de simulación de estilo Star Treck para darnos en los morros con una realidad y una doble personalidad de su personaje protagonista que abruma y agobia. «Arkangel» es una de las gestas de esta temporada, una insegura madre implanta a su hija un sistema de seguridad parental que priva a su hija de vivir la vida con normalidad con la problemática que esto irá generando. Es realmente duro ver difuminadas las experiencias ‘no tan buenas’ de la vida y que te hacen crecer. Llega «Cocodrile» y esto no puede dar más placer, una pareja vuelve de una fiesta y atropellan a un ciclista escondiendo el cuerpo y olvidando el suceso, con los años el dramático incidente se les volverá en contra a ambos con un sistema de rastreo mental muy ingenioso. Este capítulo es la bomba, os lo aseguro, con una Andrea realmente espeluznante y esquizoide y una ‘agente de seguros’ muy sagaz. Los dos siguientes, sin ser espléndidos, mantienen muy bien el nivel; «Hang The Dj» explora un sistema de relaciones sentimentales temporal que en realidad te prepara para tener a tu pareja perfecta compartiendo horas, o días, o meses en una alienante sociedad de rolletes varios y desencuentros sentimentales; con respecto a «Metalhead», bueno, quizás para mi gusto el más flojo, es un claustrofóbico capítulo de persecución de robóticos perros guardianes que custodian un curioso objeto. La conclusión final no me mata nada pero la puesta en escena es realmente angustiosa. Para acabar, «Black Museum», ¡ostias que capítulo!, una mujer que parece estar perdida por esas carreteras interminables de los USA encuentra un misterioso e inquietante museo de tecnológicos artefactos criminales reales con una atracción principal(…). El desenlace también es potentísimo y las mini-historias son la releche os lo aseguro.
En conclusión, breve conclusión, Black Mirror ha conseguido una temporada casi redonda y todavía se encuentra en muy buena forma. No dejéis de verla!…
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