No podía inaugurar las ‘Oleadas Stoner 2018’ de mejor manera que con un rotundo 100% con uno de los discos más madrugadores de este año y con una de las bandas a las que profeso un amor incondicional desde que las siglas C.O.C. se instalaron en mi ADN a principios de los 90’s tras visionar en MTV el videoclip «Vote With A Bullet». Los Corrosion Of Conformity siempre han sido una banda muy especial, su etapa hardcore punk 80’s, sus incursiones en el Crossover de finales de década, el Trash con Technocracy, la entrada de Peeper Keenan y su conversión al New Metal de tintes Southern/Sabbath de los 90’s y, finalmente, la entrada por la puerta grande del Stoner Southern Metal hasta la separación de la banda (o la marcha de Keenan a Down, según se mire…). El hardcore y el punk volvieron sin el rubio de North Carolina con dos discos más, en mi opinión aceptables y a la altura (mejor el homónimo de 2012 que IX (2014)), pero el peso de Peeper siempre ha sido determinante para elevar a C.O.C. a otro nivel a pesar de la solvencia y poderío de la formación clásica con Mike Dean (bass, vocals), Woody Weatherman (guitar) y Reed Mullin (drums).
Y bien, ha llegado la esperadísima y ansiada hora de disfrutar y deleitarse con el comeback de Keenan al redil y un disco que ha tardado en llegar la friolera de 13 años tras aquel In The Arms Of God (2005). Arrodíllate, eleva tus brazos y ‘ora al cráneo/calavera’…
¿Se puede empezar un disco con una ‘intro’ tan inquietante y un temazo tan arrollador como «The Luddite»?…
‘CHECK IT’!!!…
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El contenido de No Cross No Crown (2018) directamente se fulmina las dos anteriores obras de COC con Mike Dean a la voz, así de claro, y repito, no son discos flojos (aunque IX sea muy discreto) pero, como digo, el aporte de Peeper Keenan es el ‘toque definitivo’ que redondea lo que a todos nos gusta de los Corrosion, es decir, tremebundos riffs escuela ‘Iommi’, buenas melodías, adecuados interludios, sonido pantanoso y denso de afinación desértica/sureña y, cómo no, el rabioso y carismático timbre de voz de quien ya sabéis. Se podría decir simplemente que todo sigue en su sitio, ¡pero no!, los de Carolina del Norte han facturado, para mi gusto, ¡su mejor disco desde Wiseblood (1996)!.
A pesar de un ‘tracklist’ tan generoso (15 temas), en realidad estamos ante una colección de canciones muy variada y emocionante, la creatividad ha fluido del todo y la magia ha vuelto por sus fueros en temas tan aplastantes como el inicial «The Luddite», la furia desatada de «Cast The First Stone», el Stoner machote de «A Quest To Believe (A Call To The Void)», o las tormentas Sabbath de «E.L.M.» o «Wolf Named Crow». Pero este disco también se luce con sus medios tiempos, incluso con sus interludios en la mejor tradición de Deliverance (1994), así, en el grupo de temas más pesados pero extra-catchys tendríamos los ‘Iomminianos’ «Little Man» o «Forgive Me» que a día de hoy es mi favorito; en el grupo de los interludios, sin entrar en detalles, tenemos momentos en acústico sureñamente bellos como «Matre’s Diem» o diabolicamente inquietantes como «No Cross No Crown» con Keenan susurrándote en tono grave instalado en mitad del Averno.
No podría acabar esta reseña sin citar momentos más melódicos como «Nothing Left To Say» que perfectamente podría pasar entre las aguas de «Solitude» o «Planet Caravan» aunque con parte pesada y machacona, opulenta en poder. Acabo precisamente por el final, porque la cover de Queen que se marcan con «Son and Daughter» es absolutamente espectacular, llevada a su terreno sin despeinarse, chulesca, maligna, densa y pantanosa… Joder!, es que no se puede pedir más coño!…
Y qué single!!!…
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joer, joer, joer, qué pedazo de trabajo, desde ayer no me lo puedo quitar de encimas. Es una impresión mía o la portada imita a la portada de un LP de vinilo muy desgastada en la que ha quedado impresa el contorno del disco… serán alucinaciones mías. Saludos