No suelo ser muy fan de los inventos de Frontiers, la verdad. Alabo su labor apoyando el hard rock y el rock melódico en tiempos no muy propicios y desde hace bastante ya. Apoyo su esfuerzo en buscar nuevas bandas que sigan reforzando nuestro amor por esto, pero cuando se ponen a juntar músicos de renombre con un guión establecido, no siempre me convencen la verdad, a pesar de que es incuestionable dudar de la calidad del asunto. Así que cuando me enteré de que un ex Giuffra, David Glen Eisley y un ex-Dio, Craig Goldy encabezaban este nuevo proyecto del sello de Alessandro del Vechio, no pude más que suspirar aquello de «quieto parao», a ver donde nos lleva esto. Pero mira, mis reservas se desvanecen en un momento, porque estamos ante un discazo de hard rock con mucha melodía y la fuerza necesaria pero no excesiva, para hacerte disfrutar al máximo.
«The heart is a lonely hunter» es la canción con la que comienza el disco, sugerentes teclados, y como no podía ser de otra manera, la voz de Eisley y la guitarra de Goldy como grandes protagonistas. A lo Whitesnake comienza «I don’t belong here anymore», riff marcado, hard rock recordando a la banda de Coverdale, incluso la voz de Eisley lo rememora. «Lies I can live with» busca ese a.o.r. que tan bien le viene a la voz de Eisley, y que a mi me trae a la cabeza ciertos aires a Foreigner. «No more prayers in the dark»se mueve entre terrenos más hard rockeros y momentos muy melódicos. «Love of the game» suena potente (dentro de los parámetros). «Wings of a hurricane» tiene un rollo muy Led Zeppelin, solo hay que escuchar la guitarra de Goldy para percibir la influencia de la posiblemente más grande banda de hard rock británica.
«Life if only a memory» es un medio tiempo propicio para el lucimiento de todos y cada uno de los músicos que intervienen, especialmente de la voz de Eisley. Los teclados se imponen en «Soul of madness», canción en onda Giuffra/House of Lords. «Track thirteen» nos ofrece la faceta más dura de la banda, gracias a ese riff potente y a la batería. Gran forma de cerrar el disco con «Believe in one another» un medio tiempo con aire blues dentro del hard rock, de nuevo con Coverdale asomando a la ventana. Como bonus, «To a friend» para un buen disco, de dos grandes músicos, que no defraudan.
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