No me duelen prendas en reconocer cuando no conozco una banda a pesar de que tengan ya una historia detrás (me jode, eso si), pero bueno, uno no puede estar siempre en misa y repicando, a pesar de mis intentos y de la revista por impulsar toda la música que se mueve y cuece dentro de nuestras fronteras, ojo, no por chovinismo ni historias parecidas, simplemente, por justicia, ya que nos parece que el nivel alcanzado por aquí dentro no tiene nada que envidiar del que nos bombardean constantemente desde otros lugares. El caso es que han sido los propios Kartzarot quienes se han puesto en contacto para hacer llegar este «Aima ez da galtzen» que grabasen en 2015, así que vamos primero a hacer un repaso a la historia de los de Bilbao. Kartzarot se forman allá por 1989 en Bilbao cuando Roberto Mellid, Javi Gallego (guitarristas) y Asier Vicario (voz) dan vida al proyecto, uniendo sus influencias que iban desde el hard n heavy clásico de MSG, Barón Rojo o Exodo, pasando por el hard americano tan en boga aquellos días o historias más clásicas como Deep Purple. Graban un par de demos, más un split con cuatros bandas más, para terminar separándose en 1999.
En 2013 coincidiendo con la reedicion de sus dos demos en cd por parte de Iberia Metálica, deciden volver a poner Kartzarot en movimiento, uniéndose a los miembros fundadores de la banda, Txetxi al bajo y Cobelo a la batería, en principio para un único concierto en Lezama, pero la cosa vuelve a fluir y finalmente deciden dar un paso más que les llevaría a la grabación de este «Arima ez da Galtzen» en 2015. ¿Que vamos a encontrar en el disco?. Pues hard n heavy cantado en euskera, con letras que bucean en la realidad diaria, siguiendo la senda del heavy nacional clásico de los ochenta y primera mitad de los noventa, de los que ellos también formaron parte. Un muy buen trabajo de guitarras, mucha melodía en la voz de Asier, capaz de mezclar a partes iguales esta con la potencia necesaria para dar la fuerza que las letras requieren. Canciones directas como «Ume gaixoak» (canción compuesta en los 90 por la banda) y sus cambio de ritmos, o esas guitarras de «Sehaska Kanta» con un solo muy pero que muy bueno. Un buen disco para disfrutar de un sonido que jamás debemos dejar que se pierda. Ojalá sigan al pie del cañón muchos años más.
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