El décimo poema de Las Flores del Mal de Charles Baudelarie, es El Enemigo. Una alegoría al artífice de los males del poeta, que se rebela no obstante con los aromas de la belleza, cual flor a la intemperie. Un poema que abarca en pocos versos toda una vida de hastío, y que arroja luz segura, a aquellos perdidos en la misma situación. Un motivo por el que vivir, la poesía.
LAS FLORES DEL MAL – CHARLES BAUDELAIRE
L’ENNEMI
Ma jeunesse ne fut qu’un ténébreux orage,
Traversé çà et là par de brillants soleils ;
Le tonnerre et la pluie ont fait un tel ravage,
Qu’il reste en mon jardin bien peu de fruits vermeils.
Voilà que j’ai touché l’automne des idées,
Et qu’il faut employer la pelle et les râteaux
Pour rassembler à neuf les terres inondées,
Où l’eau creuse des trous grands comme des tombeaux.
Et qui sait si les fleurs nouvelles que je rêve
Trouveront dans ce sol lavé comme une grève
Le mystique aliment qui ferait leur vigueur ?
— Ô douleur ! ô douleur ! Le Temps mange la vie,
Et l’obscur Ennemi qui nous ronge le cœur
Du sang que nous perdons croît et se fortifie !
EL ENEMIGO
Mi juventud no fue más que una oscura tempestad
atravesada aquí y allá por centelleantes soles;
la tormenta y la lluvia han hecho tanto daño,
que quedan en mi jardín muy pocas frutas rojas.
He aquí, que he tocado el otoño de las ideas
y que es necesario usar la pala y los rastrillos
para reunir de nuevo las tierras inundadas,
donde el agua cava hoyos grandes como tumbas.
¿Y quién sabe si las flores nuevas que soñé
encontrarán en este suelo enjabonado como una playa
el místico alimento que les daría vigor?
—¡Oh dolor! ¡Oh dolor! El tiempo se come la vida,
y el desconocido enemigo que nos corroe el centro
de la sangre que perdemos, ¡crece y se fortalece!
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