El terror, como la ciencia ficción, son géneros perfectos para mostrarnos las miserias de la sociedad a través de metáforas cinematográficas. Sirva de ejemplo el caso de La noche de los muertos vivientes: tras sobrevivir al ataque de una horda de zombies, el protagonista (de color) es abatido a tiros por una patrulla ciudadana. En el caso de Déjame salir asistimos a una película de terror que es pura evasión pero a la vez nos va dejando un innegable poso de inquietud y amargura. Muchos prejuicios que creíamos erradicados siguen vigentes hoy en día. De ello se sirve esta película para mostrarnos el horror del racismo. Siempre es mucho más aterrador lo cotidiano que todas las invasiones alienígenas juntas. El terror que emerge del entorno familiar es siempre el más terrible debido a su cercanía. Ahí radica el éxito de esta película. Dentro de un ambiente distendido y cordial el espectador presiente que algo no encaja, todo es demasiado perfecto para ser verdad. Sensación que se acrecienta con algunos detalles perturbadores como el ruido de una cucharilla en una taza de té o una peculiar sirvienta. Realmente Jordan Peele elabora un thriller hasta cierto punto inquietante cuya trama no voy a desvelar por si hay alguien que no sabe todavía de qué va pero que pierde bastante los papeles hacia el final. Lo que era una tensa calma muy bien elaborada se acaba disparatando para caer en la extravagancia, algo totalmente innecesario y que desequilibra la balanza hacia el terror más burdo. Una pena que hacia el final pierda los papeles echando por tierra los logros conseguidos. Tampoco me acabó de convencer el contrapunto cómico a cargo del amigo de la pareja protagonista, reconozco que resultó algo cargante. Aún así, es un film correcto que se deja ver. Quizás lo más meritorio del film sea su capacidad para crear esa sensación de inseguridad y temor cuando aparecen las luces de la policía hacia el final. Hemos visto demasiados sucesos parecidos en las noticias y, como en el caso de La noche de los muertos vivientes, nos tememos lo peor.
Eso sí, recomiendo acercarse a esta película conociendo lo menos posible de ella y sin haber visto el trailer. Es uno de esos malditos trailers tan de moda que te cuentan prácticamente todo lo que vas a ver en el film, incluso te adelantan los mejores sustos. Quizás mi error fue haber visto el trailer hace meses antes de ver la película, ya sabía de qué iba y no me deparó apenas ninguna sorpresa.
Reconozco que no me fascinó, ni mucho menos, pero se deja ver y es un refrescante acercamiento al tema del racismo.
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